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La Falsificación de la Realidad
llamado "modelo argentino" fue entendido como coexistencia de etnias y de
culturas distintas que se fueron superponiendo -a partir de sucesivas olas
inmigratorias- a la base demográfica original de raíz hispano-criolla. Es
precisamente ese "modelo argentino" lo que "estalla" a partir de los atentados
terroristas que se analizan en este libro. Todo el marco social demográficamente
acumulado desde el inicio del desarrollo del "modelo argentino" fue severamente
agredido, según la hipótesis que sustentamos, por una de las culturas étnicas
(en realidad, genéticas) integrantes de ese conjunto.
La agresión al modelo demográfico argentino acumulado durante más de un
siglo provino de un grupo específico -y, sobre todo, "diferente"- integrante del
genos judío. Pero para ocultar el crimen de ese grupo, el Estado protector de la
etnia, y la etnia en su totalidad, realizan una tarea de encubrimiento cuyo
estudio debería ser materia obligada para los estadistas de todos los países del
planeta (las distinciones entre genos y ethnos se desarrollan en el Capítulo 4).
Fueron dos los actos criminales que se suceden en el tiempo, sin solución de
continuidad. Las agresiones propiamente dichas (que también fueron dos) y el
encubrimiento (falsificación de la realidad) inmediato y automático de esas
agresiones. En el primer acto de la secuencia criminal -los dos atentados
terroristas propiamente dichos- participa sólo el fundamentalismo judío (es
decir, el judaísmo genético); en el segundo, el propio Estado de Israel y, por
ósmosis y principios básicos de lealtad, la práctica totalidad de la comunidad
judía internacional y de la comunidad judía residente en la Argentina (judaísmo
étnico). Es así como uno de los segmentos culturales constitutivos del "modelo
demográfico argentino" elimina de raíz la viabilidad que originalmente se
encontraba en sus mismos fundamentos. Ya no es posible pensar a la Argentina
como "crisol de razas". A partir de este momento, la supervivencia de la
Argentina depende de la velocidad que su sociedad le imprima al movimiento
que lleve al Estado-nación a fundamentarse de otra manera, lo más lejos
posible del fenecido "crisol del razas".
Las bombas de Buenos Aires destruyen un modelo de país, desde el mismo
momento en que una de sus culturas étnicas integrantes reclama para sí
derechos diferenciados pero sobre todo superiores a los del resto de una
comunidad conformada a partir de sucesivos aportes inmigratorios. Los
"aparatos culturales" de esa sociedad -casi todos y casi siempre en manos de la
etnia agresora- pretendieron ignorar, hasta donde les fue posible, su
fundamento demográfico original: el subsuelo cultural hispano-criollo,
entendido no como algo acristalado en el tiempo, sino como el fundamento de
una demografía asimilada, pero sobre todo, integrada hacia dentro. Ello
significó que la sociedad toda se encontrara incapacitada para definir un nuevo
contenedor cultural basado en un proceso de fusión étnica ya realizado pero
nunca analizado (la antropología del peronismo, según es analizada en el
Capítulo 4).
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