La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 306

La Falsificación de la Realidad No solamente no ha existido ni una orden, ni un plan, ni el menor indicio de una instrucción o de un presupuesto para esta vasta empresa que habría sido el exterminio sistemático de los judíos; no solamente no existe ni un informe de autopsia que establezca la muerte de un detenido por un gas venenoso, ni un peritaje oficial del arma del crimen, sino que tampoco existe ningún testigo de las cámaras de gas a pesar de lo que algunos autores de best-sellers querrían hacernos creer. En La Nuit, testimonio autobiográfico publicado en 1958, Elie Wiesel no menciona ni una sola vez las cámaras de gas de Auschwitz; ¡dice que los judíos eran exterminados en hogueras o en hornos crematorios! En enero de 1945, los alemanes le dejaron escoger, así como a su padre, entre esperar a los soviéticos sobre el terreno o partir hacia el corazón de Alemania. Tras madura reflexión, el padre y el hijo decidieron huir con sus "exterminadores" alemanes antes que esperar a sus liberadores soviéticos. Esto se encuentra con toda claridad en La Nuit, que basta leer con atención (12). La mentira de Auschwitz En 1980, yo declaraba: "¡Atencion! Ninguna de las 60 palabras de la frase que voy a pronunciar me ha sido dictada por una opinión política: "El pretendido genocidio de los judíos y las pretendidas cámaras de gas hitlerianas forman una sola y misma mentira histórica, que ha permitido una gigantesca estafa político- financiera cuyos principales beneficiarios son el Estado de Israel y el sionismo internacional y cuyas principales víctimas son el pueblo alemán, PERO NO SUS DIRIGENTES, y el pueblo palestino entero". Hoy, no veo que tenga que retirar una palabra de esta declaración a pesar de las agresiones físicas, a pesar de los procesos, a pesar de las multas que he sufrido desde 1978 y a pesar de la prisión, el exilio o la persecución de tantos revisionistas. El revisionismo histórico es la gran aventura intelectual del fin de siglo. Solamente lamento una cosa: no poder, dentro de los límites de este artículo, encontrar el lugar necesario para rendir homenaje a los cien autores revisionistas que, desde el francés Paul Rassinier y pasando por el americano Arthur R. Butz, el alemán Wilhelm Staglich, el italiano Carlo Mattogno y el español Enrique Aynat, han acumulado sobre la realidad histórica de la segunda guerra mundial tantos trabajos de mérito manifiesto. Una última palabra: los revisionistas no son ni negadores ni personajes animados de sombrías intenciones. Buscan decir lo que ha pasado. Y no lo que no ha pasado. Son los que anuncian una buena noticia. Continúan proponiendo un debate público, a plena luz, incluso si, hasta aquí, se les ha respondido sobre todo por el insulto, por la violencia, por la fuerza injusta de la ley o también por vagas consideraciones políticas, morales y filosóficas. La leyenda de Auschwitz debe, en los historiadores, dejar lugar a la verdad de los hechos (13). 306