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La Falsificación de la Realidad También se puede consultar: "The Number of Victims", en Yisrael Gutman and Michael Berenbaum, Anatomy of the Auschwitz Death Camp, published in association with the United States Holocaust Memorial Museum, Bloomington e Indianapolis, Indiana University Press, 1994, p.61-80. De estos cinco estudios, los más interesantes son, para G.Wellers, el de 1983 y, para F.Piper, el de 1992, o sea, de manera abreviada [más adelante]: "G. Wellers, op. cit., 1983" y "F.Piper, op. cit., 1992". Los dos autores proceden al recuerdo "doloroso para ellos" de los "errores" cometidos en el pasado en cuanto al número de muertos en Auschwitz. A este respecto, recomiendo la lectura de G. Wellers, op. cit., 1983, p.138-139, y la de F. Piper, op. cit., 1992, p.5-16. Nada muestra mejor que estas páginas hasta qué punto, sobre este tema tan grave del número de muertos, se ha ido hasta las peores fantasías. AUSCHWITZ: LOS HECHOS Y LA LEYENDA por Robert Faurisson Auschwitz, faits et légendes (11 de enero 1995) A comienzos de 1940, Auschwitz no era todavía más que una ciudad de la Alta Silesia alemana, habitada por 13.000 habitantes. En mayo de 1940, en las afueras de Auschwitz comenzó a edificarse, sobre el emplazamiento de un cuartel de artillería del ejercito polaco, un "campo de tránsito" para 10.000 detenidos polacos. En los años siguientes, con el agravamiento de la guerra, Auschwitz se convirtió en el centro de un conjunto de cerca de cuarenta campos y subcampos y la capital de un enorme complejo agrícola e industrial (minas, petroquímica, fábricas de armamento...) donde trabajaban numerosos detenidos, polacos y judíos en particular, junto a trabajadores civiles. Auschwitz fue, a la vez o sucesivamente, un campo de prisioneros de guerra, un vasto campo de tránsito, un campo-hospital, un campo de concentración y un campo de trabajos forzados y de trabajo libre. No fue nunca un "campo de exterminio" (expresión inventada por los Aliados). A pesar de las drásticas medidas de higiene y de la multiplicidad de los edificios y de los barracones hospitalarios, a veces provistos de los últimos perfeccionamientos de la ciencia médica alemana, el tifus, que era endémico en la población judía polaca y entre los prisioneros de guerra rusos, causó, con la fiebre tifoidea y otras epidemias, estragos en los campos y en la ciudad de Auschwitz, en el seno de la población concentracionaria, incluso entre los médicos alemanes, y en la población civil. Es así como, durante toda la existencia del campo, estas epidemias, aliadas, para algunos, a terribles condiciones de trabajo en esta zona pantanosa, al hambre, al calor y al frío, causaron, del 20 de mayo de 1940 al 18 de enero de 1945, la muerte de probablemente 150.000 detenidos (1). 300