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Norberto Ceresole
milenio aC., en la época del Neolítico Pre-Cerámico, Siria fue el centro de un cambio revolucionario.
Aparecen los primeros pueblos sedentarios. Se cultiva por primera vez el trigo y la cebada y se
domestican las cabras, las ovejas y las vacas. Construcción de las viviendas: de diseño redondo o
rectangular. Renovaciones en todos los ámbitos: técnicos y económicos, pero sobre todo en el ámbito
de la ideología y la religión. En diversos emplazamientos, desde el Eufrates hasta Damasco, se han
encontrado huellas sobre los cultos rendidos a la Diosa Madre y al Toro y a los antepasados. Durante
todo el 8º y 7º milenio, las comunidades neolíticas seguían transformándose económica y socialmente.
Los pueblos se construían más grandes, a veces fortificados como Halula y Jaada a orillas del Eufrates.
El proceso neolítico se completa en Sira en el 7º milenio con el invento de la cerámica. Durante el 6º
milenio, una nueva cultura original se expande sobre gran parte de Próximo Oriente (cultura Halaf).
Durante el 5º milenio, la cultura Obeid sustituye a los Halaf, y todavía no hay ningún dato ni
arqueológico ni mucho menos histórico sobre la presencia de tribus hebreas en el espacio geográfico
sirio-cananeo (Fuente: Syrian-European Archaeology Exhibition, Damasco, 1996).
32.- Para el especialista inglés E.O. James, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de
Londres, la influencia del zoroastrismo persa sobre la conformación del judaísmo en Canaán fue
decisiva. "Surgió entonces en la literatura judía un nuevo género, el llamado apocalíptico, cargado de
huellas inequívocas de las principales doctrinas del zoroastrismo sobre el cielo y el infierno, el juicio
después de la muerte y el fin del mundo, la jerarquía angélica, un dualismo del bien y el mal bajo dos
ejércitos opuestos con sus respectivos caudillos, Miguel y Satanás, y un reino
mesiánico en el que prevalecería el bien" (E.O. James, Historia de las religiones, Alianza, Madrid, 1975,
p. 137). Es en el Libro de Esdras, del Antiguo Testamento, donde con más claridad se ve la enorme
influencia que tuvo la cultura persa-zaratustrana sobre el proceso de construcción del "Segundo
Templo".
33.- Jesús-Luis Cunchillos, Visto desde Ugarit, El desciframiento de la escritura cuneiforme y otros
relatos, Ediciones Clásicas, Madrid, 1994, pgs. 182, 183, 184.
34.- El vespertino francés Le Monde (2/3 de noviembre de 1997, p. 3) publicó un artículo sobre el
reciente simposio celebrado en el Vaticano, bajo el título: "Juan Pablo II avanza un paso más hacia el
arrepentimiento con respecto a los judíos. (El Papa) empieza a reconocer la especificidad de la shoah"
(Holocausto). Por la trascendencia del discurso papal, se transcribe a continuación un resumen
exhaustivo. "El día en que los polacos comprendan que la 'reina de Polonia' (María) era judía, habrá
menos antisemitismo y un progreso en la teología cristiana". Esta "ocurrencia fuera de lugar" fue
recogida en los pasillos del simposio sobre "Las raíces cristianas del antijudaísmo", por Le Monde. Ello
"ilustra mejor que cualquier discurso la dificultad del examen de conciencia con que la Iglesia católica
está comprometida", comenta Le Monde. Antes de elaborar el documento sobre la shoah (Holocausto)
que el Papa había prometido a los judíos hace 10 años (y que debe entregar antes de que acabe este
milenio), tiene que intentar convencer a su propio equipo de que el judaísmo y el cristianismo son
parte de la misma historia y que el reconocimiento del pueblo judío como "pueblo elegido" por Dios
forma parte de la identidad de cada cristiano. En su discurso del 31 de octubre (de 1997), el Papa
Juan Pablo II invitó a sus fieles (obispos, teólogos e historiadores) a esa "revolución mental". El
simposio se celebró estrictamente a puerta cerrada, con la exclusión de cualquier representante judío,
lo que, como comenta Le Monde, puede hacer pensar en un retorno a los peores métodos de la Iglesia
preconciliar. "Pero el Papa había deseado que este examen de conciencia se hiciese primero ‘en familia’
para recordar lo que los errores de interpretación del Nuevo Testamento han podido acarrear como
estereotipos contra los judíos (calificados como 'pueblo deicida' hasta el Concilio Vaticano II en los
años 60), debilitando así cualquier resistencia ulterior a la persecución de los judíos, hasta la shoah
(Holocausto)". Esta "revisión" de la historia cristiana no es compartida unánimemente, y si en el
simposio de Roma se ha conseguido un consenso, esto se debe -como dijo uno de los participantes- "a
que no se había invitado a ningún teólogo conservador o árabe." Un teólogo conservador vería en este
examen de conciencia un ataque insostenible a la tradición de la Iglesia, y un teólogo árabe una nueva
concesión del Vaticano a Israel. Jamás el tono del Papa condenando el antisemitismo y todas las
"teorías racistas" había sido tan firme, ni había confesado tan claramente la responsabilidad de la
enseñanza y de la tradición cristiana. El Papa ha dado también un paso más hacia el reconocimiento
de la especificidad de la shoah, distinta de otros genocidios porque "se trata de un odio que arremete
contra el plan de salvación de Dios en la historia de los hombres". Sin embargo, el Papa supo poner
ciertas barreras infranqueables -p.e. la apertura de los archivos de Pio XII solicitada recientemente de
nuevo por el Centro Simón Wiesenthal- saliendo en defensa de la memoria de su predecesor. Según
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