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La Falsificación de la Realidad
El judaísmo es violentamente monoteísta en la exacta medida que es
monogenista y monolingüista: un solo dios, un solo pueblo, una sola lengua. El
origen de esta vocación de unidad es sin duda la situación subordinada que
ocupan las tribus hebreas incultas y nómadas que llegan al complejo mundo
cultural cananeo o palestino, cuyo origen histórico está datado con las primeras
manifestaciones del homo sapiens sobre la tierra sirio-cananea; (hace unos
200.000 años el hombre de Neandertal reemplazó al Homo erectus; hace unos
40.000 años -Paleolítico superior- el Homo sapiens - nosotros- reemplazó al
hombre de Neandertal). En ese espacio sirio-cananeo se puede hablar de
civilización propiamente dicha desde hace 16.000 años. Lo que significa ocho
veces el tiempo transcurrido entre el nacimiento de Jesucristo y nuestros días
(31).
Las tribus hebreas nómadas que habían llegado a Canaán o Palestina, recién en
el siglo VI-V aC. comienzan a elaborar las primeras tradiciones orales que
mucho más tarde desembocarían en el Antiguo Testamento. Sin embargo, éste
está fechado como si los acontecimientos fundacionales de la historia de Israel
ocurrieran en el siglo XIII-XII aC, es decir, hace unos 3.500 años. Los primeros
documentos escritos judíos, que luego conformarían el AT, son traducidos al
griego (única versión que ha llegado hasta nuestros días) recién a partir de los
siglos III-II aC., en coincidencia con la expansión demográfica de los restos del
Imperio persa sobre el Mediterráneo oriental(32), en la etapa alejandrina. Entre
el Milenio XVI y el Siglo III aC. se forja una gran cultura y una gran
cosmovisión, la cananea o palestina, que, para calificarla en términos
posmodernos, era esencialmente "plural" y diversa. El monoteísmo judío se
elabora para destruir esa larguísima tradición cultural existente.
Los autores del Génesis son los que sostienen, contra la cultura que los había
albergado en épocas anteriores, y por motivos obviamente políticos (hegemonías
territoriales o, mejor, etnoterritoriales) la idea totalitaria de: un solo dios, un
solo pueblo, una sola lengua. Y son esos escribas hebreos del Génesis quienes
dicen que la diversidad es el producto del pecado. "En el mundo cananeo no
existe el deseo de reducción de los dioses a la unidad... ni por supuesto a la
unidad de la pareja humana, ni la reducción a la unidad de la lengua, como
ocurre en la Biblia" (33).
El reduccionismo bíblico esconde una voluntad profunda de dominación. La
tendencia a la explicación por la unidad de origen es un primer intento de
dominación de elementos dispersos. La dispersión del mundo de la posguerra
fría (dioses, razas y lenguas distintas) hace de él un mundo incontrolable. Su
dominación o control exige la unidad de concepción, una idea religiosa basada
en el Genos, que evite la poligénesis etnocultural y el policentrismo político. Es
por ello que hoy también la diversidad (religiosa, racial y lingüística) es el
pecado. En ambos tiempos hay de por medio un relato sacerdotal, que centra
todo en el orden litúrgico, entendido como reflejo del orden cósmico (34).
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