La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 266

La Falsificación de la Realidad sus novelas autobiográficas, Aquel domingo (Planeta, Barcelona, 1980) Semprún relata un hecho curioso. Hacia finales de la guerra, cuando ya había comenzado el desplazamiento de las tropas alemanas hacia el oeste, llega a Buchenwald un contingente de judíos polacos. Semprún dialoga con uno de esos hombres: "Le pregunté de dónde venían. Me dijo que llevaban viajando meses, con breves paradas en toda suerte de lugares. Hacía tiempo que habían marchado de Polonia. Estaban en un campo pequeño, cercano de Czestochowa; un día oyeron el estampido de los cañones, el ruido de la guerra se acercaba. Y, una mañana, al amanecer, los alemanes se marcharon. Estaban solos, ya no había alemanes que los vigilaran. Ni centinelas en las torres de observación. Era extraño, una trampa seguramente. Entonces se reunieron, dirigidos por los veteranos abandonaron el campo del que se habían marchado los alemanes, caminaron hasta la ciudad más próxima, en filas apretadas, en orden, nadie abandonó la columna. En la ciudad había una estación de ferrocarril, convoyes alemanes que escapaban hacia el oeste. Se presentaron a los alemanes, dijeron: aquí estamos, nos han olvidado. Hubo que discutir, los alemanes no querían saber nada de ellos. Pero, al final, los alemanes los metieron en un tren. Partieron a su vez hacia el oeste. -Pero, ¿por qué? -pregunto yo desconcertado. Me mira como si yo fuera lelo (estúpido). Me explica. -¿Los alemanes se marchaban, no? -me dice. -¿Y qué? Menea la cabeza. La verdad es que no comprendo nada. Me explica, pacientemente: -Si los alemanes se marchaban es que llegaban los rusos, ¿no? La cosa me parece irrefutable. Muevo la cabeza en señal de asentimiento. -Sí -le digo-, ¿y qué? Se inclina hacia mí, irritado, en un brusco rapto de cólera. Casi grita. -Los rusos- me grita-, ¿es que no sabe usted que los rusos detestan a los judíos?" (Aquel domingo, pgs. 249-250). Este libro de Semprún constituye un ejemplo extraordinario sobre cómo funcionó todo este proceso de evolución del Holocausto. Semprún escribió este libro hacia finales de los años 70, en plena fiebre anticomunista; por lo tanto, no se menciona en ninguna línea de sus casi 400 páginas la existencia de "cámaras de gas" en Buchenwald. Otra cuestión muy importante que emerge del libro de Semprún es el tema del "doble comando" dentro de los campos. Desde una época muy temprana, las autoridades alemanas comprenden que no podían controlar a una población concentracionaria tan importante. Por lo tanto delegan en la estructura gobernada por el partido comunista alemán gran parte de su gestión administrativa. Curiosamente, el gran estafador y mitificador Elie Wiesel relata en sus memorias algo similar: tanto él como su padre prefieren continuar bajo la protección de sus "verdugos" alemanes, entre Auschwitz y Buchenwlad, antes 266