La Falsificación de la Realidad La Falsificación de la Realidad | Page 238

La Falsificación de la Realidad La continuidad teológica, ideológica y estratégica entre judaísmo y sionismo es absoluta y, en la práctica, sólo se manifestaron fisuras menores entre ambas concepciones. Y ya en la actualidad estamos constatando una nueva forma que adopta esa relación, que sólo en apariencia fue contradictoria durante cortos períodos de tiempo. Judaísmo, sionismo, nacional-judaísmo Todos los soldados de los ejércitos de Israel -originariamente laico y concebido como brazo armado de un Estado secular- llevan en sus mochilas el Libro de Josué, quien es quien asesina (los ..."pasa por el filo de la espada al punto de no dejar ningún superviviente"...-Josué, X, 34) a todos los cananeos y a otras tribus de la Palestina histórica, que fueron los habitantes originarios de la región antes de la llegada de las tribus hebreas. Fue una de las tantas matanzas ordenadas por el "Dios de los ejércitos", el mismísimo Yahveh (o Jehová), según la versión oficial de la Biblia hebrea o Antiguo Testamento (33). Así está en verdad relatada una operación de "limpieza étnica" en el libro de los Nombres (XXXI, 7-18), que nos informa sobre las hazañas de los "hijos de Israel" quienes "... vencedores de los Medianitas, ‘como el señor había ordenado a Moisés matar a todos los hombres’, ‘hicieron prisioneras a las mujeres’, ‘incendiaron todos los pueblos’. Retornaron a Moisés, y éste se enfurece: ‘¡Qué, - dice- habéis dejado con vida a todas las mujeres! Bien, ahora mismo matad a todos los niños y a todas las mujeres que hayan conocido hombre... Pero todas las vírgenes...reservadlas para vosotros" (14-18). Esa minoría ilustrada no se propuso redactar la historia original de las tribus hebreas en Palestina (pasado), sino señalar el sendero de su unidad futura, de su permanencia en el tiempo y en el espacio a partir de una consolidación política sustentada en la vigencia sagrada de un Dios Único. El orientalista italiano Mario Liverani (op.cit.) señala al respecto: "La conciencia de unicidad y diversidad de los descendientes del pueblo de Israel les ha llevado a resistirse a cualquier tipo de asimilación, algo que no tiene igual en un plazo tan largo. Si dejamos a un lado la explicación teológica del ‘pueblo elegido’, se impone una explicación de carácter histórico". Resulta claro que la "metodología" empleada por los redactores y compiladores del Antiguo Testamento está basada en la "... antedatación anacrónica... La consecuencia es la congelación del proceso evolutivo, con un resultado final preestablecido desde el principio, con sus caracteres inmutables". Los redactores del Libro situaron, bajo una forma mítica, los hechos políticos y religiosos de esa época (desde el retorno del "exilio" babilónico) nada menos que en el siglo XII, es decir, unos seis siglos antes de que verdaderamente ocurrieran. Naturalmente que cuando ocurren los hechos carecen en absoluto de la forma mitológica fijada con seis siglos de "anticipación". El siglo XII aC. fue 238