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La Falsificación de la Realidad
La actividad de los Halcones fundamentalistas judíos se verá notablemente
incrementada a partir de la actual crisis del "Plan de Paz". Y ello lo señaló con
extraordinaria lucidez, antes del asesinato de Rabin, el escritor español Juan
Goytisolo: "Es en el momento de su victoria -militar, política y económica-
cuando Israel corre el riesgo de fracasar. Al mantener los asentamientos de
Gaza y Cisjordania, torpedear a la ANP de Arafat, aplazar el calendario electoral
fijado y prolongar así la presencia militar de Tsahal en las ciudades palestinas,
etc., Issac Rabin manifiesta una sorprendente falta de clarividencia y de valor
político. El tiempo no juega necesariamente a su favor, ni la demografía
tampoco: la conversión de decenas de millares de palestinos en militantes de
Hamás y su disposición a multiplicar los atentados suicidas no podrán ser
combatidas con cercas electrificadas ni una separación imposible a causa de la
capilaridad y mezcolanza creadas por la ininterrumpida colonización de
Cisjordania... La carencia total de comprensión y respeto a la dignidad de los
palestinos augura una permanente discordia que perpetuará a su vez ‘la
Intifada por otros medios’, más duros y sangrientos...
Después del diálogo de Oslo los israelíes abrigaban la esperanza de haber
cumplido su sueño a costa de la pesadilla de los palestinos. Dicha esperanza se
revela ya totalmente ilusoria".
Los actuales grupos dirigentes israelíes, judío-americanos y, ahora,
fundamentalistas evangélicos norteamericanos, piensan que una versión
nacional, o más bien, nacionalista del judaísmo es la única alternativa para
unificar cultural y políticamente a una nación demográficamente fracturada y
físicamente encapsulada en un espacio geográfico muy pequeño. El nacional-
judaísmo provoca fuertes lealtades pero también numerosas exclusiones.
Durante los tiempos de la invasión a Líbano y, luego, durante la Intifada, el
comportamiento internacional (occidental) respecto de Israel sufrió importantes
alteraciones que ahora se están repitiendo de manera ampliada, en la medida
en que el nacional-judaísmo tenga como principal base de sustentación una
política crecientemente militarizada de naturaleza terrorista, tanto hacia el
interior como hacia el exterior de las fronteras del Estado de Israel.
Al ser hoy el nacional-judaísmo una ideología de Estado -la ideología
constituyente del Estado de Israel en esta época de pos-bipolaridad- todos los
hechos que se sucedan tanto en el interior cuanto en el exterior de ese Estado
desencadenarán -a través de diversos canales, incluidos los religiosos- una serie
de repercusiones en el conjunto de la política mundial. Cualquier situación que
eclosione en el hinterland de Jerusalén, origen o referencia mítica de las tres
religiones abrahámicas, hoy en proceso de judaización por medios militares,
afectará directamente a los grandes espacios internacionales que cada uno de
esos monoteísmos abarca, lo que representa una parte sustancial de la
población mundial.
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