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Norberto Ceresole
La España desgarrada o el retorno de los "Estados visigodos"
hacia finales del Siglo XX. La nueva "barbarie" política
En 1997 las discontinuidades y las fracturas vuelven a constituir el hecho
dominante, que se impone por encima de la crisis de la homogeneidad nacional
española fundada en 1492.
Para definir este período utilizaremos el concepto "desgarro", que expone
Samuel Huntington (10), quien lo define como un fenómeno que afecta a
sociedades y Estados en los cuales el proyecto de la élite no coincide -en el largo
plazo- con los intereses de las mayorías sociales. Ese proyecto de la clase
dirigente -la "modernización" turca es el caso prototípico- está orientado a re-
definir la identidad cultural de la sociedad, para lo cual es necesario alterar los
espacios estratégicos dentro de los cuales se desenvolvió hasta ese momento ese
Estado.
Antes de 1492 no existían espacios estratégicos españoles (11) por la sencilla
razón de que aún no existía un Estado nacional español homogéneo. A partir de
1492 ese espacio estratégico se construye bajo el signo de la universalidad dada
la proximidad que se manifiesta entre una estrategia política -sobre todo la
castellana- y un catolicismo reforzado que es "romano" sólo en ocasiones.
Durante los años inmediatamente posteriores a 1492, la estrategia castellana
explora y explota esa universalidad utilizando los dos ejes geoestratégicos que
ella consideraba esenciales: el atlántico-americano y el mediterráneo-
norafricano y oriental.
El tercer eje geoestratégico, el europeo, fue introducido inicialmente por los
compromisos dinásticos del Reino de Navarra -por "los catalanes", como se
decía en la época- que eran importantes sobre todo en Italia. Esos compromisos
definieron, en primer lugar, la política hacia Francia del nuevo Estado
homogéneo nacional. Los dos Austrias, Carlos I-V y Felipe II, subsidiarizan los
desarrollos atlántico y mediterráneo al eje estrictamente europeo. Durante un
siglo de aparente esplendor España es un Estado central en un sistema
internacional dolorosamente unipolar (12).
El espacio estratégico que abarca esta política universal tri-dimensional hace
que la época de la unipolaridad española constituya un sistema político
internacional inestable, dado que los desarrollos de esos tres grandes ejes
geopolíticos no se retroalimentaban entre sí, sino que dos de ellos estaban
subordinados al tercero: a la política europea de los Austrias. El oro de América
ingresaba a un circuito financiero que finalizaba en Amsterdam; esas riquezas
que eran enviadas por conversos o marranos instalados en América,
terminaban en manos de los sefardíes expulsados de España, en los Países
Bajos.
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