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La Falsificación de la Realidad
sangre, por una causa nacional, es decir, por lealtad a una raza-cultura. La
historia del siglo XX no refleja ningún caso de solidaridad permanente entre
clases sociales pertenecientes a distintas razas-culturas.
Toda verdadera revolución presupone u origina una reforma religiosa. En el
nacimiento o en la expansión de una revolución hay siempre una reforma
religiosa. "Cuando desaparece el cuerpo social al que la religión pertenece,
desaparece también la religión… Pierde su razón de ser para el pueblo en
cuestión… Una religión desaparece de un cuerpo social al volverse tan inoperante
como inútil para éste". (Zubiri, 177-178). Es decir, deja de existir la articulación
entre religión y estructura social, se produce una disfuncionalidad "… entre lo
que un hombre pide a una religión y lo que la religión en cuestión le puede dar
y le da efectivamente" (176). "Los conflictos sociales no sólo han repercutido en
el orden religioso, sino que se han montado o se han querido justificar por
motivos religiosos" (175).
Una raza explotada es siempre una "clase" oprimida. Las clases "oprimidas",
hoy en Occidente, no se perciben a sí mismas como "clase revolucionaria".
Mucho menos aún visualizan la alternativa de solidaridades con las razas
explotadas del No-Occidente o de la Periferia de Occidente (como es el caso de la
región Iberoamericana).
La solidaridad "horizontal" sólo es imaginable dentro de los mismos espacios
raciales y culturales.
Cada gran movimiento religioso es el producto de una gran raza. La religión y,
más genéricamente, la cultura, es la "superestructura ideológica" de la raza. Es
lo que la representa con mayor rotundidad, es el factor dinámico de la historia.
Los conflictos inter-religiosos e inter-culturales son las expresiones de conflictos
más profundos entre razas y entre etnias. La cultura -la religión- expresa el
conflicto, pero no lo determina.
El conflicto entre el mundo musulmán y el mundo judeo-cristiano, representado
desde la última posguerra por el Estado de Israel implantado en Oriente Medio,
no es más que la continuación crecientemente radicalizada de una antigua
guerra entre la raza árabe -productora de la cultura musulmana- y la raza
blanca europea -productora de la cultura cristiana (¿o judeo-cristiana?).
Las culturas (las religiones), si bien derivadas de la naturaleza del factor racial,
cumplen un papel vitalmente dinámico en todos los procesos de conflicto. Es
claro que una guerra casi perpetua entre la raza árabe y la raza blanca exigió la
previa "arabización" de Turquía -núcleo étnico de poder del Imperio Otomano- a
partir de la expansión del Islam (lo mismo ocurre con el antiguo Imperio Persa,
que previamente había sido "helenizado" por Alejandro). Todo musulmán debe
ser capaz de leer el Corán en idioma árabe. Turcos y Persas no son racialmente
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