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La Falsificación de la Realidad
humanitarias", esto es, las soberanías (periféricas) restringidas. A las pocas
horas de producido el atentado llegaba a la Argentina la primera "misión
humanitaria" israelí, reforzada por un fuerte contingente del Mossad. La
Argentina ya está en la categoría de "país receptor" de "ayuda humanitaria". De
acuerdo al derecho a la ingerencia, ya es un país potencialmente ingerible.
Desde que desembarcan los efectivos israelíes y se dirigieron al lugar del
atentado, la organización del operativo de rescate quedó en manos de aquel
país, y las fuerzas de seguridad y de defensa civil argentinas subordinadas a
sus órdenes. De hecho, una porción de territorio nacional (la del predio del
edificio atentado) estuvo en manos de un ejército extranjero. Pero los alcances
de la "intervención" son aún más vastos, ya que -de acuerdo con expresiones
presidenciales- "el Mossad tiene las manos libres" para operar en el país, con lo
que el control de gran parte del aparato de inteligencia y de represión quedó
subordinado a él.
Esta singular relación de subalternización del gobierno nacional a la alianza
judío-norteamericana, quedó expresada en la organización de una marcha en la
que el sistema político "opositor" apareció como el aliado más fiel de la alianza
antes mencionada, mientras el gobierno quedó desdibujado y humillado frente
al poder admonitorio de los enviados de un gobierno extranjero.
La Argentina deberá enfrentarse en los próximos tiempos a graves problemas
originados en el actual funcionamiento apolar del mundo contemporáneo, es
decir a la licuación creciente del poder dentro del sistema internacional. Uno de
esos problemas es la alternativa de una profundización del conflicto entre
globalistas laicos y fundamentalistas judíos. En cualquiera de sus derivaciones
posibles, será un proceso inexorablemente violento capaz de proyectar
importantes tensiones sobre la seguridad interior de Argentina.
Nadie hace mención a este problema, mientras el gobierno y la opinión pública
nacional siguen sometidos a una estúpida hipótesis unilateral respecto del
atentado terrorista del 18 de julio. Esa hipótesis fue construida sobre la base de
informaciones proporcionadas exclusivamente por el Estado de Israel que en
definitiva estuvo implicado en el más grande acto desestabilizador de las
últimas décadas: el asesinato de Rabin.
El hecho concreto es que la investigación que se originó a partir de esa
"hipótesis unilateral" está colapsada desde hace ya mucho tiempo. Es indudable
que esa situación se ha originado en la propia debilidad de la hipótesis original
suministrada por el Estado y servicios antes mencionados. Aunque cueste
creerlo, aún no se ha elaborado ninguna otra hipótesis, basada en la exposición
sistemática de una de las partes afectadas -hasta ahora silenciada y
autosilenciada.
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