La disputa de los mil días

Más deplorable no podría ser el estado del puesto de salud de la vereda Julumito. Un espacio olvidado, asediado por la soledad. Sus habitantes pasan por el frente y critican silenciosamente la pintura caída por la humedad, las puertas y ventanas oxidadas, el suelo sin barrer, un letrero que ha olvidado lo que antes estaba escrito sobre él.

La disputa de los mil días

Una casa de un solo piso, y al menos cinco habitaciones, se encuentra en ruinas en la vereda Julumito.

Las telarañas, el polvo, una acera destruida y un jardín marchito, dan la bienvenida a los curiosos observadores que se miran reflejados en los vidrios rotos color sepia que conforman las ventanas del lugar.

Al subir la mirada puede el visitante atemorizarse al sentir que el techo se caerá en cualquier momento, esos cuadrados de cielorraso bien podrían venirse abajo una mañana cualquiera.

Julumito es un corregimiento ubicado al occidente de Popayán. Su vocación productiva es agrícola.

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Esos cielorrasos, caídos en sus puntas de acero como las arrugas de un veterano, recuerdan a la memoria de la vereda el inicio de su construcción, 1966.

Varios han sido los años en los que la triste posada ha estado a la deriva. Como el vagabundo que pide unas cuantas monedas en la calle para comer, su situación no depende de lo que las personas sienten al verlo —porque sus aspectos claramente los transgrede— depende de cuánto tiempo dura la reflexión de cada paseante y qué tan persuasiva es con la consciencia del que no se atreve a hacer algo diferente a fingir no mira.

Cuando el curioso empieza a explorar las tierras baldías de dicho lugar, se encuentra ante una sorpresa de contenido singular: Dentro de las ruinas existen oficinas, un mundo administrativo. Escritorios, lockers, sillas de atención. Todo, menos gente. Ni siquiera el polvo del suelo tiene huellas de algún itinerante visitante; se respira soledad.

Por: Neiffy López

Ruinas

El puesto de salud de Julumito, Popayán