¿Sembrar el mar?
Desde hace algunas semanas, biólogos marinos de distintas universidades y
centros de investigación del país, han manifestado su preocupación por un
proyecto que pretende fertilizar con hierro las costas de Coquimbo con la
finalidad de aumentar la producción de peces al estimular el crecimiento de
fitoplancton y, a su vez, aumentar el secuestro de CO2 de los océanos.
La idea de sembrar el mar causó no sólo gran asom-
bro en el académico UC, Dr. Peter von Dassow, sino
contrariedad por los perjudiciales efectos que po-
dría traer este experimento que quiere llevar a cabo
la empresa Oceaneos Marine Research Foundation
y que se publicó en el El Mercurio en abril pasado.
El de mayor envergadura es la proliferación de Pseu-
do-nitzschia, microalga que produce la neurotoxina
conocida como ácido domoico, que causa envenena-
miento amnésico a los mariscos y provoca la marea
roja. El aumento de esta microalga, que podría cau-
sar la muerte en humanos y animales, ha provocado
severas crisis ambientales, como la que ocurrió en
Chiloé en el año 2016, así como el florecimiento de
fitoplancton entre California y Alaska. Tampoco está
probado científicamente que la fertilización artificial
sea efectiva en la secuestración de CO2.
El biólogo molecular von Dassow explicó en su char-
la ‘Fertización de los oceános’ “que algunos de los
riesgos asociados podrían ser los cambios no de-
seados en ecosistemas pelágicos, creación o expan-
sión de la zona de mínimo oxígeno, acidificación de
aguas superficiales, daños a ecosistemas vecinos
por agotamiento de otros nutrientes, producción de
gases de efecto invernadero más potentes que el
CO2, como el óxido nitróxido y metano”.
Antecedentes
Un proyecto de similar envergadura se realizó en el
año 2012 en Canadá. La empresa Haida Salmon Res-
toration Corporation, fundada por Russ George, vertió
sin los respectivos permisos gubernamentales, 100
toneladas de sulfato de hierro en las cercanías de la
isla Haida Gwaii. El objetivo: restaurar la producción
de salmones. No obstante, estudios posteriores rea-
lizados por investigadores de la Universidad de Mai-
ne, revelaron que el crecimiento explosivo de algas
se extendió cerca de 35 mil kilómetros y fue el más
grande registrado en los últimos 10 años.
La red trófica de los
océanos es compleja
por lo que el principio
de precaución debería
primar antes de cual-
quier experimento a
gran escala, concluyó
von Dassow.
Peter Von Dassow,
Biólogo molecular
explora.cl/rmnorte
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