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Después de descubrir la fórmula para fabricar células programables y reproducibles, Enríquez insistió en que ahora el código genético además de ser legible “se puede escribir”. De hecho, tras crear la primera forma de vida sintética, este descubrimiento se está llevando al sector agroalimentario lo que permite incrementar la productividad en un 100%, manipular sus características, cuándo se cultiva, etc. Es lo que Enríquez define como código de vida.

De esta forma, según el presidente de Biotechonomy, “entramos en la era del diseño inteligente”. Así, está en la mano del ser humano controlar la evolución, incluso ayudar a curar enfermedades como la polio, acabar con el hambre o crear nuevas formas de vida.

Pero para que este “superpoder” funcione hay que educar. Para Enríquez, es “esencial” que un país apueste por la educación en tecnología, así como en valores éticos y morales, “porque esas empresas pequeñas que empiezan como Uber son hoy el 21 por ciento de la economía de Estados Unidos”. Es decir, la tecnología genera riqueza y empleo.

Eso sí, siempre y cuando el ser humano actúe con responsabilidad, apuntó. Por eso, “si vamos a controlar qué vive y qué muere, es importante separar una cuarta parte del planeta para que opere bajo la lógica evolutiva de Darwin, que la naturaleza haga en ese cuarto lo que quiera, pero no nos hagamos dueños y seres que controlan todo el planeta”, concluyó.