InformationWeek México — Abril 2015 | Page 11

El emprendimiento basado en la tecnología no es exclusivo del género masculino, ellas no solo forman parte del desarrollo, en ocasiones lo encabezan n Por Albinson Linares Fotos: Fernando Canseco T rabajar en un mundo reconocido como de hombres le exige a una mujer adoptar mucho carácter. Si bien el género femenino se ha ganado poco a poco un lugar entre los emprendedores —datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) señalan que 19% son mujeres—, arrancar un negocio basado en tecnología pareciera que sigue siendo una cualidad masculina. En Estados Unidos sobran ejemplos como el de Jennifer Hyman, la cofundadora y CEO del popular servicio en línea de renta de vestidos Rent the Runway. Pero cuando se aterriza en México, país en donde al emprendimiento le ha costado forjar su camino, el hablar de mujeres que han iniciado un negocio tecnológico es menos común. Aún así, los casos de éxito existen e InformationWeek México se dio a la tarea de documentar unos cuantos, de entre más de una decena que han recibido apoyo de diversos fondos de inversión. Wayra, Five Hundred Startups, Endeavor y Startup México son algunos que han creído en la combinación mujer-IT-emprendedor. La ropa sucia no se Lava en casa Paulina Arreola, una mexicana de 26 años, da cuenta de cómo las damas tienen mucho que aportar al comercio informationweek.com.mx 11 electrónico, desde la concepción del negocio hasta la programación. Arreola es fundadora, junto con la chilena Ellen Dudley, de Lavadero.mx, una plataforma en línea de lavandería y tintorería a domicilio que acepta pagos con tarjetas de crédito y débito. Su historia comenzó hace menos de dos años, cuando se dieron cuenta de que el sistema usado por las lavanderías en la Ciudad de México era antiguo y poco práctico. Ambas detectaron que en las delegaciones Benito Juárez, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo hay mucha gente que no es del Distrito Federal y vive en departamentos sin espacio para lavadoras. Como suelen ser recién llegados, comprar estas máquinas no es su prioridad, pero no tienen tiempo para ir hasta las lavanderías por sus horarios de trabajo. Esos son los clientes perfectos para Lavadero, que les permite decidir la hora y el lugar donde quieren que se recoja su ropa, hacer su pago en línea y recibir sus prendas 24 horas después. El kilo cuesta $30 pesos y el pedido mínimo son cuatro kilogramos o $120 pesos. Tan solo el primer mes tuvieron 15 órdenes. Contrario a lo que pueda pensarse, Arreola y Dudley en ningún momento se dedicaron a lavar la ropa. Sus responsabilidades estuvieron lejos de las lavadoras. “Hasta hace cuatro meses todo lo hicimos Ellen y yo. Ella es desarrolladora y yo me encargo de la parte de negocios, pero también programé y diseñé la primera versión de Lavadero. Las dos fuimos repartidoras, aprendimos de leyes y recursos humanos. Solo nos faltó meternos a las lavanderías. Con una mano veíamos las operaciones y con la otra respondíamos correos de atención al cliente, mientras pagábamos nómina e impuestos. Ha sido muy loco,