El emprendimiento
basado en la tecnología
no es exclusivo del género
masculino, ellas no solo
forman parte del desarrollo,
en ocasiones lo encabezan
n Por Albinson Linares
Fotos: Fernando Canseco
T
rabajar en un mundo reconocido como de
hombres le exige a una mujer adoptar mucho
carácter. Si bien el género femenino se ha
ganado poco a poco un lugar entre los emprendedores —datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) señalan que 19%
son mujeres—, arrancar un negocio basado en tecnología
pareciera que sigue siendo una cualidad masculina.
En Estados Unidos sobran ejemplos como el de Jennifer Hyman, la cofundadora y CEO del popular servicio en
línea de renta de vestidos Rent the Runway. Pero cuando se
aterriza en México, país en donde al emprendimiento le
ha costado forjar su camino, el hablar de mujeres que han
iniciado un negocio tecnológico es menos común.
Aún así, los casos de éxito existen e InformationWeek
México se dio a la tarea de documentar unos cuantos, de
entre más de una decena que han recibido apoyo de diversos fondos de inversión. Wayra, Five Hundred Startups,
Endeavor y Startup México son algunos que han creído
en la combinación mujer-IT-emprendedor.
La ropa sucia no se Lava en casa
Paulina Arreola, una mexicana de 26 años, da cuenta de
cómo las damas tienen mucho que aportar al comercio
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electrónico, desde la concepción del negocio hasta la
programación.
Arreola es fundadora, junto con la chilena Ellen Dudley, de Lavadero.mx, una plataforma en línea de lavandería y tintorería a domicilio que acepta pagos con tarjetas
de crédito y débito. Su historia comenzó hace menos
de dos años, cuando se dieron cuenta de que el sistema
usado por las lavanderías en la Ciudad de México era
antiguo y poco práctico. Ambas detectaron que en las
delegaciones Benito Juárez, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo hay mucha gente que no es del Distrito Federal y
vive en departamentos sin espacio para lavadoras. Como
suelen ser recién llegados, comprar estas máquinas no
es su prioridad, pero no tienen tiempo para ir hasta las
lavanderías por sus horarios de trabajo. Esos son los
clientes perfectos para Lavadero, que les permite decidir
la hora y el lugar donde quieren que se recoja su ropa,
hacer su pago en línea y recibir sus prendas 24 horas
después. El kilo cuesta $30 pesos y el pedido mínimo son
cuatro kilogramos o $120 pesos. Tan solo el primer mes
tuvieron 15 órdenes.
Contrario a lo que pueda pensarse, Arreola y Dudley
en ningún momento se dedicaron a lavar la ropa. Sus responsabilidades estuvieron lejos de las lavadoras.
“Hasta hace cuatro meses todo lo hicimos Ellen y
yo. Ella es desarrolladora y yo me encargo de la parte de negocios, pero también programé y diseñé la primera versión de Lavadero. Las dos fuimos repartidoras,
aprendimos de leyes y recursos humanos. Solo nos faltó
meternos a las lavanderías. Con una mano veíamos las
operaciones y con la otra respondíamos correos de atención al cliente, mientras pagábamos nómina e impuestos.
Ha sido muy loco,