me interesa la historia de otros que se parecen a
mí fuera de Estados Unidos.
Creo que todos compartimos historias similares.
Nuestra lucha podrá ser diferente, pero es la
misma lucha. La historia de la opresión se contado una y otra vez desde el punto de vista del
opresor. Es hora de enorgullecer a nuestros ancestros y contar su historia, darles voz y ofrecer a
nuestra comunidad la conciencia que necesita
para ir desde la lucha hasta la victoria.
Mientras los espíritus de mis ancestros se conmovían, me alegré mucho cuando supe que mis amigos cubanos volvían al AfricAméricas II en
septiembre de 2014, con eventos en City of
Asylum, La Roche College y Carnegie Mellon
University. Fue grato reunirme con los estudiosos
y activistas civiles Leonardo Calvo Cárdenas,
Juan Antonio Madrazo, Juan Antonio Alvarado,
Rafel Campoamor; conocer a Eleanor Calvo Martínez y Veizant Boloy González, así como a los
artists David Escalona y Raudel Collazo. Pero fue
triste saber que Manuel Cuesta Morúa no pudo
hacer el viaje porque tenía restringida su libertad
de movimiento.* Con el tema de “Somos la raíz
del cambio,” el evento central fue un panel de discusión en La Roche College, amén de la exhibición fotográfica “Los niños invisibles de Cuba” y
la película “La otra Cuba”.
Discusiones y reflexiones
Algunos de los puntos de discusión fueron la migración de áreas rurales a las ciudades y cómo se
excluye socialmente a los afrodescendientes, sobre todo en cuanto a la vivienda. Me sorprendió
oír que cuando la gente se mudaba de una comunidad a otra (por ejemplo, a un caserío o barrio de
llega y pon) se les consideraba residentes ilegales,
como indocumentados, y por serlo no pueden recibir ayuda del gobierno.
Para mí, éste es otro ejemplo de vivir bajo un gobierno represivo. ¿Cómo puede un gobierno tratar
a sus propios ciudadanos como ilegales? ¿Cómo
es posible que marginalicen las necesidades de la
gente? Se necesita acceso al agua limpia y potable, buena vivienda y empleo para mantener una
familia.
Hay ejemplos parecidos en la historia estadounidense, como el periodo en que el gobierno obligó
a los indígenas a vivir en reservaciones y les quitaron hijos a sus padres para llevarlos a las ciudades con ánimo de que se asimilaran el estilo
“americano” de vida. Era una manera de borrar su
cultura, su identidad étnica, una táctica de control
parecida a la empleada durante la institucionalización de la esclavitud: al ser traídos los africanos
a Estados Unidos, quienes tenían poder destruían
primero la unidad familiar-comunitaria, luego los
nombres, religiones y lenguas. Hasta el día de
hoy, aquella “limpieza cultural” surte un efecto
perjudicial sobre la forma en que viven los negros, en cómo pensamos y nos tratamos, en cómo
bregamos con nuestros opresores. Es algo que llamamos “mentalidad de esclavos” y sigue en vigor
con fuerza.
Durante una discusión se mencionó que el gobierno cubano estaba empezando a reconocer el
racismo. Pero según la larga lista de cosas que se
tienen que arreglar, es más que evidente que los
activistas enfrentan un largo y difícil camino en
su lucha por el cambio. No obstante, cada cual habló con convicción y determinación. No dudo en
absoluto que cada poquito de progreso logrado
ayuda a la población en general de manera que ni
siquiera pueden imaginar. Son un reflejo del tema
“somos la raíz del cambio”. Legarán su lucha a
sus hijos para que continúen la batalla, como vemos en el equipo padre-hija de Leonardo Calvo
Cárdenas y Eleanor Calvo Martínez. Ella vino por
primera vez en 2014 y para mí fue muy significativo ver a una mujer como parte de la delegación
cubana. Es admirable su dedicación a cambiar la
política y la ociedad en Cuba.
Además de ésta y otras discusiones, los artistas
Raudel Collazo y David Escalona añadieron algo
muy especial a AfricAméricas II. Estoy muy convencida de que los poetas y músicos están llamados a ser los griots y protectores de la historia de
las comunidades, para compartirla y legarla a las
generaciones más jóvenes, así como asegurar que
el mundo sepa la verdad. Me sentí honrada al entrevistar a Raudel y David casi al final de su estancia en EE.UU. A estos hombres les llamo
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