El discurso de identidad del grupo Antillano
quedó relegado y se desactualizó. Los vestigios
de luces y polémicas de renovación respecto a lo
afrocubano se asumieron con vigor y valentía en
los momentos más críticos de la nación, al agudizarse las diferencias de clases por la despenalización del dólar y la lucha cotidiana por la
supervivencia, que ubicaron al negro, con menos
posibilidades económicas, como ciudadano de segunda categoría, en contra del discurso emancipador que había planteado la revolución.
En la práctica social pasaron a ser los más desfavorecidos y marginados, en grandes núcleos familiares en las periferias urbanas y con empleo en
las labores menos remuneradas
Otros tratan de certificar la confrontación con la
aparición de Volumen Uno y todo el respaldo de
la crítica especializada que legitimó el nuevo movimiento plástico, new art cuban o nuevo arte cubano que no fue en sí mismo un movimiento de
renovación, pero sus enseñanzas actuaron como
detonante de los posteriores giros discursivos en
los lenguajes artísticos y constituyeron un punto
de partida para renovar los trillados caminos de
las artes plásticas y sacarlas del viciado discurso
oficial. La rebeldía de los jóvenes creadores —
particularmente la utopía ochentiana— diluyó la
nostalgia del tiempo perdido y la estratégica alineación de los creadores de los mecanismos institucionales.
La renovación discursiva del lenguaje de la plástica y la asimilación de otros recursos y medios
expresivos de la llamada postmodernidad propiciaron una visión diferente para desacralizar los
símbolos y emblemas de la tradición e insertar el
rejuego de las revelaciones, cambiar las reglas de
la supuesta armonía discursiva del arte cubano y
mostrar las problemáticas existenciales en que estaban envueltos tanto blancos como negros en el
contexto más convulso y complejo de la nación:
el periodo especial.
Magdalena Campos, Martha María Pérez, Belkis
Ayón y otras mujeres artistas descorrieron el velo
con nuevas visiones e inéditas polémicas en el núcleo de la problemática negra (Figuras 8a, 8b, 8c).
Fig. 8a.José Bedia Morales. 1992.
“Yo soy la ruta”. Pintura.
Óleo sobre tela
Fig. 8b. Marta María Pérez. 1994.
“Está en sus manos”.
Fotografía manipulada
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