La
maltratada alternatividad
en Cuba
Verónica Vega
Escritora
La Habana, Cuba
Y pronuncia los nombres de los seres virtuosos
que,
engañados con la promesa de un porvenir
feliz,
han desaparecido antes que yo.
Goethe (Fausto)
L
a teoría sensacionalista tan explotada en el
cine de que una omnipresencia infalible
controla el destino de la sociedad a través
de una organización humana, podría ser aplicada
a todo el movimiento contracultural de la Cuba
post 59.
Sin embargo, habría que añadir que la naturaleza
funciona a través del juego de contrarios y sin esta
condición no hay equilibrio posible.
La palabra underground describe exactamente la
condición de eso que existe, en estado latente, y
estalla en forma de contracultura. Es un reclamo
directo desde la omisión, el silencio o la represión.
Todo el movimiento alternativo artístico cubano
surgido a partir de los años 80 comparte el mismo
sueño inicial: visibilizar el arte excluido de los
medios oficiales. Paideia, GrupoUno, OMNIZONAFRANCA, MatraKa…
Estos proyectos surgen espontáneamente y descubren nuevas necesidades en ese experimento de
libertad. Cada uno va chocando con los mismos
límites, dictados por una apatía congénita o personalizados en funcionarios que se refugian en su
propia ignorancia o incapacidad ejecutiva, bajo la
abstracción de términos como “institución”, “oficial”, “sistema”.
En ningún operativo de censura se revelan las verdaderas causas del ataque. Sólo argumentos circunstanciales, que generan entre artistas, público
(y hasta funcionarios), gran confusión.
La solución entonces no es desentrañar esas razones, sino observar atentamente los resultados.
Paideia
En este proyecto multidisciplinario convergió la
mayoría de la comunidad artística e intelectual de
La Habana en la segunda mitad de los 80s. Fue
“una propuesta de política cultural autónoma.
Pero al igual que otros proyectos culturales de
aquella época (Castillo de la Fuerza, Arte Calle,
Hacer…), no se planteaba una ruptura con el Estado sino una negociación de su autonomía por
medio de una labor ‘complementaria’, ‘asistencial’ o ‘pedagógica’, que enseñara al Estado cómo
debía administrar la nueva cultura”1.
El final de todos los encuentros a salón repleto en
el Centro Alejo Carpentier (Habana Vieja), donde
exponían poetas, escritores, artistas plásticos, dramatu