dicha noción es una construcción propia, derivada
del análisis de la realidad.
Así, este concepto tiene una base más bien empírica, producto del actuar de diferentes jefes de Estado y de gobierno quienes en múltiples
oportunidades, bajo el mágico efecto del ambiente caribeño, han debatido el tema de la paz en
medio de engalanados cocteles, frescos atuendos,
una que otra muestra folclórica y sonrisas que,
además de cordialidad, transmiten un claro mensaje: “Lo que hagas de fronteras para adentro es
problema tuyo y desde que no me afecte, viviremos en paz”. Este escenario parcialmente aislado
de tensión por motivos de conveniencia, es sin
duda alguna latinoamericano.
Trazado su contexto, la Paz Tropical se define
como “un estado de tranquilidad y buena relación entre los gobiernos de la comunidad política
latinoamericana, que con un criterio basado en
la permisividad por conveniencia, promueven
una armonía regional que no es consecuente con
su orden interno e ignoran el comportamiento de
sus homólogos en el terreno local, siempre que el
acercamiento genere beneficios recíprocos para
las partes”. La noción comprende, por contagio
político, a los países de América Latina que no
están ubicados en la zona intertropical.
Este concepto constituye el eje fundamental del
presente artículo y sus elementos están involucrados en la dinámica de la relación entre Colombia
y Cuba.
Es así como resulta ineludible plantear la pregunta:
¿Qué habrá querido decir el presidente Santos
con “No podemos ser indiferentes a un proceso
de cambio al interior de Cuba”? Pues bien, su
respuesta ha venido construyéndose a través de
los últimos años y parece que este, así como muchos otros llamados a dejar de lado la indiferencia
con la Isla, ha tenido eco en la comunidad internacional.
En primera instancia, se podría pensar ingenuamente que Santos intentó inducir a sus colegas a
que brindaran apoyo y formularan propuestas
para que a nivel interno, Cuba avanzara en la ejecución de una reforma sustancial de su modelo
político y económico. Sin embargo, como el principio de no intervención en los asuntos internos
de los Estados es sagrado y tanto el oficialismo
cubano como los demás gobiernos lo tienen muy
claro, esta interpretación resulta un verdadero saludo a la bandera y se configura, por el contrario,
lo que en realidad se debía esperar de tal solución
a la indiferencia: un gobierno cubano encontrando espacios de participación dentro de la esfera internacional, reconocido por sus homólogos
y triunfando una vez más sobre las “estrictas”
cláusulas que, en el marco normativo de las organizaciones internacionales, obligan a los gobiernos al comportamiento democrático, que
garantice las libertades civiles y políticas de sus
ciudadanos.
Que Cuba participe en encuentros internacionales
como la Cumbre de las Américas, genera opiniones encontradas, especialmente entre los contradictores del régimen, pues por una parte
reconocen la importancia de que la Isla esté presente en un evento que involucra a todos los países de América, con una considerable aceptación
dentro de la comunidad internacional e incremento del optimismo por los enormes beneficios
que esto le traería, tanto en materia política como
económica. Por otro lado, no toleran que el gobierno oficialista adquiera legitimidad dentro del
escenario internacional, sin que se tome en cuenta
la constante violación de derechos humanos en la
Isla. Así, la postura de un gran conglomerado se
concreta de la siguiente manera: “Reconocimiento y apoyo internacional para Cuba sí, pero
no así”.
Entonces, ¿cuál vendría siendo ese verdadero
proceso de cambio al interior de Cuba? Si de
algo se debe tener certeza es que, a pesar de la
permisividad de algunos gobiernos con el comportamiento del régimen oficialista cubano, aquellos no integrarían un país que no satisfaga de
manera real sus intereses políticos y económicos.
En esta lógica, debieron contemplar de manera
previa una serie de reformas o, por lo menos, una
intención de mejoría por el gobierno de Castro en
los asuntos que les conciernen, para así avanzar
en el proceso de integración.
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