con ella y el resto del campo socialista. Décadas
de una agricultura ineficiente, extensiva y de altos
costos, terminaron de pronto sin que fuera posible, para tantos donantes, millonarios y cooperativistas mantener siquiera la producción de
alimentos básicos, sacrificada en pos de la caña
de azúcar. Las definiciones son frágiles, pero la
ausencia de historia y arraigo las hace aún más
débiles.
¿Por qué la insistencia del Estado castrista en desvincular al campesino del nombre que le identifica a través de la historia y del espacio
geográfico, como denuncia Mavis Álvarez? Una
de las causas de este encono, o cuando menos rechazo del término campesino, es la misma por la
que se llama al empresario o comerciante cubano
con el término marginal de cuentapropista. El
campesino y el comerciante fueron siempre un
problema para el socialismo estatista. Ambos trabajan de manera autónoma con el rigor de sus empresas y el conocimiento particular sobre aquello
que les ocupa. Así son reacios a totalizaciones
propias de las doctrinas.
La calidad de la tierra puede variar la forma de
cultivo de cualquier hortaliza; el deterioro del
suelo, a través de los años, cambia las formas de
cultivar en la misma región. Incluso la adaptación
de la tecnología y del saber científico es también
variable. Para lidiar con tantos parámetros se precisan personas que permanezcan en el lugar por
décadas, que se responsabilicen con sus resultados y puedan pasar a sus descendientes el conocimiento adquirido, pero sobre todo que tengan
autonomía. Nada de eso está dispuesto a garantizarlo el castrismo, al menos no como derecho, y
privar a una persona de autonomía es una acción
que se legitima cuando aparece un nombre que
lleve implícita esa pérdida.
De ahí que el campesino fuera convertido en
cooperativista, Héroe Nacional del Trabajo o millonario.
Al desmontarse todo el imaginario que lo contenía, vuelve a su casa para ser ubepecista, finquero
o cuentapropista. Jamás campesino.
El estatismo castrista se pudo dar cuenta rápidamente de la dificultad que ocasiona el trabajador
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autónomo para sus maniobras totalizadoras. Si la
Primera Ley de Reforma Agraria