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Culturales

La apertura cultural en
Cuba: asignatura pendiente
Luis Oleidy Machado Reinosa
Antilla, Holguín, Cuba
os “máximos” conocedores de la
cultura en Cuba han calificado al
reggaetón, género musical con
más de 15 años dando qué hacer en toda
América Latina y el Caribe, como
contaminador de las buenas costumbres,
facilista y mercader sexual. Este ritmo
es solo una referencia entre tantas cosas
que el Ministerio de Cultura se propone
eliminar de raíz. No podemos seguir
inculcando lo que conviene al gobierno
solo por mostrar al mundo que Cuba es
un país culto, cuando realmente los
cubanos no tenemos acceso a muchas
cosas de la cultura, como buenos y
grandes espectáculos en salas donde los
precios no son asequibles a la población. También tenemos acceso limitado
a buenos libros, de Cuba y del extranjero, que son de interés para casi todo el
pueblo, sea quien sea quien escriba. Hay
compañías artísticas cubanas que solo
quieren actuar en el extranjero y no
muestran interés en visitar la parte
oriental de la isla, que bien que lo necesita. Los materiales cinematográficos de
fuerte contenido social, porque tocan la
realidad cubana que nos debe interesar,
no se muestran por la televisión ni en
salas de estreno del país, sino que en
muchos casos se proyectan sólo en el
extranjero porque cuestionan el sistema
social cubano. Las obras de teatros de
compañías ya establecidas han alcanzado nivel fenomenal, pero sus puestas en
escenas son controladas simplemente
porque cada día más se refleja el pro-

L

blema social cubano, llámese carencia
económica, discriminación racial o de
género, falta de vivienda, conflictos de
pareja, orientación política y mucho
más. Como plato fuerte siempre estará
la música; sí, la música de Morfeo que
adormece y relaja a tantas personas. Es
el dolor de Lola, como se dice en buen
cubano, porque simplemente no le
agrada a los aberrados y aferrados al
sistema social arcaico, al idealismo de
borrar lo “malo” de la sociedad cubana.
Y esto es solo con el bendito reggaetón.
Ahora está de más expresar que depende de quién lo haga. Como siempre, la
piel del protagonista es determinante de
las consecuencias, ya sea para bien o
para mal. Hasta figuras cimeras del cine
cuestionan aquel ritmo y se olvidan que
una vez fueron jóvenes, bajo la influencia de los Beatles y de los hippies en la
época en que los textos y el sonido eran
revolucionarios y trajeron consigo el
sentimiento de disentir con el régimen y
convertirse así en blanco del gobierno.
Al parecer nadie se recuerda por qué
Fidel Castro largó el famoso discurso
Palabras a los intelectuales. Varias
figuras de las artes planteaban y mostraban su descontento con el camino de
la cultura, contrario a sus influencias y
creencias, a sus maneras de mirar el
arte. Nadie recuerda cuánto se hizo para
incluir a los plásticos que ya mostraban
sus inquietudes. Después de tantos años
prosigue la censura cultural. Muy pocos
los artistas son beneficiados o elegidos

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