IDENTIDADES 1 ESPAÑOL IDENTIDADES 8 ESPAÑOL | Page 85

como instrumento para canalizar sus rencores racistas y la impotencia que genera su falta de argumentos convincentes. Resulta lamentable que, ciento treinta años después de la abolición de la esclavitud, un profesional afrodescendiente sea incapaz de separar su compromiso político de la autoestima racial y los más genuinos valores humanistas al efecto de acaso criticar a Obama como político, pero ni pensar en tan increíble ofensa racista. Ha resultado tan burda y rechazada que solo queda como confirmación de las inconsecuencias racistas de los gobernantes cubanos. Sin embargo, resulta llamativo que varios intelectuales reconocidos por sus posiciones antirracistas y su alineación oficialista emprendieron severas críticas contra Argudín Sánchez y el propio semanario habanero. Llama poderosamente la atención el malestar e inquietud de estos intelectuales y activistas por el tratamiento irrespetuoso a Obama, mientras conviven pasiva y cotidianamente con toda suerte de menosprecios y atropellos que sufren los afrodescendientes cubanos en su historia, su dignidad y sus derechos. Quienes ahora se molestan por esta innecesaria y absurda ofensa al presiente norteamericano conviven cotidianamente con muchas manifestaciones de racismo institucionalizado, y presencian impasibles y silenciosos los actos de represión contra los pacíficos activistas antirracistas, que en varias ocasiones han sido expulsados por la policía política de los espacios culturales públicos ante la mirada impávida de estos intelectuales oficialistas tan preocupados hoy por la ofensa a Obama. Los ahora molestos intelectuales conviven con total naturalidad con las omisiones y tergiversaciones de la historia y con los discursos denigratorios que dibujan en los espacios culturales y mediáticos la peor imagen de los afrodescendientes cubanos. Ante la vista impávida de estos señores, las autoridades han práctica- mente anulado la conmemoración popular del acto heroico de los miembros de la hermandad secreta Abakua que, en noviembre de 1871, se inmolaron para intentar rescatar a los inocentes estudiantes de medicina fusilados por los colonialistas españoles. De igual forma fueron testigos inermes —e incluso algunos de ellos protagonistas— del linchamiento mediático que sufrió el destacado intelectual Roberto Zurbano por causa de las verdades dichas en artículo para The New York Times. Llega a mis manos el texto “La visita de Obama remueve el racismo”, firmado por la periodista y activista Gisela Arandia, que critica el irrespetuoso tratamiento a un renombrado visitante y deplora el artículo de Agudín Sánchez como evidencia inequívoca de la persistencia del racismo en Cuba. Precisamente en acusarlo de “falta de la elemental ética revolucionaria” está el primer error de concepto. La ética es un valor universal, sin matiz político ni ideológico, que radica en el respeto al otro, incluido al diferente. Agregarle e apellido revolucionaria implica poner límites y distorsionar la universalidad. La ética está esencial y totalmente reñida con los condicionamientos políticos. La autora asume el lamentable hecho como positivo, por cuanto pone en evidencia el racismo que todavía subsiste en la sociedad cubana. No era necesario, puesto que las desigualdades y discriminaciones son tan evidentes que incluso el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) hizo al gobierno cubano muchas críticas y señalamientos. Y el prestigioso jurista colombiano Pastor Elías Murillo, relator del CERD para Cuba en 2011, fue objeto de discriminación a su paso por la Isla como incognito turista. Lo sucedido con el infeliz artículo no resulta un hecho aislado. Ante la reacción desatada por las autoridades frente al impacto de Obama, quizás los periodistas y directivos del 85