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el gobierno cubano que principiaron EE.
UU. y la U.E., hay una similitud significativa. En ambos casos hay tres "cestas"
separadas de problemas, que se ponen
sobre la mesa de negociación en el
contexto de la nueva relación: la paz y
la seguridad, la cooperación económica
y los derechos humanos. Tanto los
EE.UU. como la UE argumentan —de
acuerdo con sus valores y principios
fundamentales— que la tercera cesta
(los derechos humanos) es parte indispensable del conjunto, pero tanto los
EE.UU. como la UE reciben la misma
reacción de la parte cubana: la relación
bilateral puede mejorarse sustancialmente con beneficios mutuos e incluso
es posible dialogar sobre los derechos
humanos, pero bajo la condición de
pleno respeto a la soberanía de Cuba y
no intervención de los asuntos internos.
Esta reacción es muy similar a aquella
que los diplomáticos occidentales escucharon de sus contrapartes orientales
durante el proceso de "distensión" que
comenzó en Europa hacia 1970. ¿No es
necesario entonces inspirarse aquí a fin
de lograr los resultados deseados en las
negaciones de hoy en día con el gobierno comunista de Cuba? ¿No deberían los EE. UU. y la UE insistir en que,
para que las negociaciones avancen en
medio del espíritu de cooperación, el
Estado cubano debe cumplir sus obligaciones internacionales en materia de
derechos humanos y dejar de usar el
concepto de soberanía de manera obsoleta y ajena al Derecho Internacional,
que reconoce los conceptos de "derecho
democrático" y "legitimidad democrática"? ¿No debería insistirse en que cualquier avance presupone que Cuba acepte que la soberanía del Estado no es
incondicional ni absoluta, ya que "los
gobiernos se instituyen entre los hombres, como expresó la Declaración de
Independencia Americana (1776), y
derivan su poder justo del consentimiento de los gobernados? ¿No debería
insistirse en que la soberanía estatal es
siempre secundaria y contingente frente
a la soberanía que pertenece al pueblo?
¿No debería insistirse en permitir que
las voces independientes de la sociedad
civil participen también —de manera
apropiada— en el proceso de "acercamiento" y se convierta en "tercero"
indispensable para el acuerdo y coadyuvante de su implementación? El Acta
Final de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (1975)
generó muchas voces escépticas, sobre
todo en Estados Unidos, e incluso la
opinión de que no aseguró tanto la
coexistencia pacífica de "estados con
diferentes sistemas sociales y políticos",
sino que más bien fue una victoria del
líder soviético Leonid Brezhnev y
confirmó definitivamente la situación
establecida en Europa como resultado
de la Segunda Guerra Mundial. Así y
todo, el tercer pilar de los Acuerdos de
Helsinki abrió el espacio para la Carta
77 checoslovaca, el KOR polaco y más
tarde Solidaridad. Los Comités de
Helsinki y otros organismos similares
aparecieron primero en la propia Unión
Soviética y luego en el resto del bloque
comunista. Los diplomáticos occidentales lograron asegurar, a menudo tras
duras peleas, que estas iniciativas cívicas ganaran al menos algún nivel de
reconocimiento internacional, que a su
vez propició el reconocimiento a escala
nacional y creó así no solo una especie
de escudo protector ante las persecuciones excesivas de sus participantes, sino
que abrió el camino para el año mila76