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Catalina Buendía de Pecho es la campesina afroperuana que se convirtió en heroína de la Guerra del Pacífico. Ante la invasión chilena al Perú, la población
iqueña demostró su rebeldía y enfrentó con armas rudimentarias al enemigo, que
tenía enorme superioridad militar y logística. Jaime Uribe Rocha5 refiere: “Se
atrincheró con sus huestes en el cerro de Los Molinos —aproximadamente a 12
kilómetros hacia el norte de la ciudad de Ica— y ofreció una valerosa y épica
resistencia a los invasores chilenos, jamás igualada en la historia de la patria”
La victoriosa primera defensa de los molinenses se vio opacada por la traición de
un ciudadano chino que delató a los rebeldes. Viendo perdida la batalla, Catalina
recurrió a una estratagema suicida: envenenar a los invasores con una chicha lugareña. Para evitar las sospechas de los enemigos, imperturbable y serena, ella
cogió la “chicha de jora” —envenenada con las semillas de la fruta piñón— y dijo con voz altiva: “Señor, por vuestra gloria”. Tras apurarla tranquilamente, secó
el pico con sus manos y la extendió al soldado.
María Elena Moyano Delgado, líder comunitaria y dirigente feminista asesinada
por Sendero Luminoso en 1992, es la última afroperuana declarada heroína nacional. En 1983 fundó el Club de Madres Micaela Bastidas y dos años después,
la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador. En 1987 recibió el Premio Príncipe de Asturias, junto al alcalde Michael Azcueta. Fue Teniente Alcaldesa y trabajó en campañas por la capacitación de las mujeres, el Vaso de Leche
y los comedores de autogestión. El 15 de febrero de 1992 fue baleada de muerte
y enseguida fue declarada "Madre Coraje". El 23 de mayo de 2002, fue declarada Heroína Nacional por el Congreso.6
Victoria Eugenia Santa Cruz Gamarra falleció a los 91 años, tras convertirse en
heroína del arte afroperuano como compositora, coreógrafa y diseñadora. Hija
del escritor y dramaturgo Nicomedes Santa Cruz Aparicio y de Victoria Gamarra, creció en familia muy ligada a la pintura y fue gran bailarina de zamacueca y
marinera. Participó en el Primer Festival y Seminario Latinoamericano de Televisión (1970), organizado por la Universidad Católica de Chile, donde recibió el
premio de Mejor Folclorista. Al año siguiente fue invitada por al Festival de Cali, donde hizo sentir que las raíces negras no son patrimonio de un solo país, sino
de muchos. En 1973 fue nombrada directora del Conjunto Nacional de Folclore
del Instituto Nacional de Cultura (INC).
Consideraciones finales
Perú es un país de todas las sangres,
culturas, lenguas y colores. A veces nos
da sentimiento de orgullo; otras vemos
que es algo común en Latinoamérica,
pero otras veces resulta que ese “generalmente” se torna problemático. La
población afrodescendiente de Perú,
denominada como minoría étnica y/o
cultural, es una de las que afronta mayor
vulnerabilidad. Y siempre que se quiere
ahondar en sus particularidades queda el
sinsabor de no tener debida respuesta a
preguntas como cuál es su historia,
cuántos son, cómo se identifican, qué
necesidades y oportunidades tienen,
cuáles son sus prioridades, cuáles son
sus fortalezas, debilidades, y sobre todo
en qué situación se encuentran las mujeres afroperuanas. A este último respecto
podemos afirmar que se encuentran
envueltas en una triple exclusión: de
género, de clase y de etnia. Y a esto se
suma un cuarto factor entre las jóvenes:
exclusión generacional. Si la población
afroperuana está invisibilizada, las
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