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pasado , para esta nueva clase militarpolítica en el poder no bastaba ese andamiaje para consolidar una presencia permanentemente rectora en la sociedad e impedir su agotamiento y credibilidad a mediano plazo . A fin de cuentas , se trataba de enclaustrar a una sociedad sibarítica , muy apegada a los beneficios de un consumo y de la modernidad que llegaban como constante maná de su relación económica y cultural con Estados Unidos . ¿ Cómo transformarla en una especie de Esparta belicosa y austera hasta las suelas ? Era algo bien impensable y difícil que , por sí sólo , pudiera durar como algo atractivo para esa cosmopolita sociedad cubana . Se necesitaba un enemigo creíble y permanentemente amenazante que justificara el atrincheramiento , los uniformes a tutiplén , la vigilancia colectiva , el inminente ataque , la invasión militar .
El “ enemigo ” Estados Unidos era una presencia poderosa en la isla incluso antes de que esta se desprendiera del yugo español y las 13 colonias atlánticas se libraran de la corona británica y sus casacas rojas . Pese a los onerosos impuestos que imponía la administración colonial hispana a la entrada y salida de mercancías en la isla , la flota mercante yanqui que visitaba constantemente la isla representaba el doble de la que comerciaba desde los puertos de Norteamérica con Gran Bretaña y Francia . Buena parte de la trabajosa transformación de la isla de una casi estéril colonia militar a un emporio productivo se debió a ese impetuoso comercio y a las tecnologías que aportaba . En resumen , era mucho más favorable que perjudicial la interrelación de ambos pueblos desde sus mismos inicios y a lo largo de toda su historia hasta 1959 . Es innegable que pese a todo el sobredimensionamiento de lamentables episodios y otros no tanto , que constituyen aspectos discutibles en la relación mutua , cuesta un enorme esfuerzo comprender cómo a partir de esa señalada fecha el poderoso vecino tan imbricado a nuestra formación como nación se transformara tan fácilmente , de un año para otro , en el creíble Enemigo que el régimen recién asentado necesitaba para justificar su permanencia con una militarización inagotable del pequeño país . Sin embargo , este radical concepto prendió como una chispa en una sociedad civil cautivada por los efluvios de un pintoresco militarismo montuno , al que ferozmente apoyó u otorgó silencio cómplice en ejecuciones masivas , sin garantías legales , de sicarios del régimen anterior o sospechosos de serlo . Estaba cautivada por un protagonismo guerrerista-patriotero que nunca antes , ni siquiera en las guerras independentistas , pareció ser un rasgo característico de su ligera idiosincrasia . Esta perversión eventual de una parte importante , aunque no determinante , de la población , se definió en inclinación mayoritaria tras el fracaso de otra invasión cubana más , esta vez en la Bahía de Cochinos , patrocinada por los Estados Unidos . Así , la sociedad civil de la isla ayudó a encerrarse a sí misma , y botar la llave , condenándose a un sitio y guardia permanentes dentro de un cuartel .
El efecto invernadero Es prácticamente imposible definir en un breve trabajo de análisis todo el adverso influjo de conservadurismo , intolerancia , represión y subordinación que ha traído esta militarización permanente para la nación cubana . La legislación socialista justifica al ejército como un medio y a la vez como fin . Nada podría explicar mejor las funciones de este instrumento como sostén del sistema y a la vez amedrentador de una población civil subordinada a los intereses de la casta militar gobernante . Y fue precisamente este consecuente , el amplio desarrollo de la subordi-
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