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Por supuesto que yo no era el único inadaptado. No es un secreto que hay jóvenes que se autoagreden con tal de conseguir la baja militar. En el hospital conocí a uno que se había dado intencionalmente un tiro en el metatarso. Antes del Servicio Militar, ¿tenías ya un pensamiento político definido? No, pero ahí me di cuenta de que algo estaba mal. Nunca pude entender por qué se me imponía una preparación político militar y eso sacó lo peor de mí hacia un accionar violento. Me volví muy rebelde, con actitud de “no acepto, no acepto”. Por reincidir en no acatar las órdenes fui sancionado a prisión en el Centro Disciplinario Occidental Ganuza. La prisión militar es un modo de destrucción del soldado a corto plazo. Tu rebeldía, ¿se limitaba a no querer cooperar con la preparación militar? Yo me saturaba de todo eso, a tal punto que me ausentaba de la unidad y me desaparecía durante días. Iban oficiales a buscarme a mi casa e incluso mandaron a la policía militar. ¿Cómo reaccionaba tu padre? Estaba muy asustado, porque empezó a ver en mí ese joven rebelde que yo nunca había sido. Mi padre nunca fue rebelde con este gobierno. Trabajab a en la Flota Cubana de Pesca, fue jefe de Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en Habana Vieja y militante del Partido Comunista de Cuba. Nunca intentó influirme ideológicamente porque sus sentimientos familiares estaban por encima de la política. ¿Qué consecuencias tuvo haber estado en prisión militar? ¿Te estigmatizó para la vida laboral? Para nada, pero significó el rompimiento inconsciente con el gobierno de Cuba. Digo inconsciente porque era algo que yo no me había propuesto. ¿Te has sentido discriminado por tu origen humilde o por tu raza? Hay algo que se inculca a las personas desde la infancia: que tienen que relacionarse con gente de su mismo nivel. Cuando era niño e incluso siendo adolescente no estaba muy consciente de eso, pero me tocó muchas veces que me parara la policía y me pidiera identificación sin haber cometido ningún delito, solo por ser afrodescendiente. La misma policía me detuvo y hasta me llevó a la estación simplemente por hablar con un extranjero, sin que éste dijera que yo lo estaba molestando. El racismo en Cuba es algo mucho más profundo. Puedes sentirte discriminado en la calle y por las organizaciones gubernamentales, pero incluso en los grupos de la sociedad civil que se preocupan por reclamar los derechos ciudadanos, he encontrado personas racistas. ¿Cuándo empezaste a hacer caricaturas con intención política? Un acontecimiento fue definitivo: vi una marcha de las Damas de Blanco en el Paseo del Prado demandando libertad para los presos políticos. Un año después hice una historieta que titulé “Reclamos” y se publicó en Internet por Hablemos Press. ¿Has tenido problemas por ilustrar para un medio de prensa disidente? Sí, han hablado conmigo y antes me arrestaron en el Parque Central porque tenía conmigo unas caricaturas de corte político. Me las decomisaron. ¿Crees que hay posibilidades de generar unidad de criterio y acción a pesar de la división entre los proyectos de la oposición? Hay división entre los disidentes, pero eso no es nada nuevo. En tiempos de Martí también había divisiones y la 110