IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 45

de los riesgos que entraña abordar temas sobre los servicios médicos , que son tabúes en virtud de la política del gobierno orientada a defender sus logros a capa y espada sin permitir que nadie ponga en tela de juicio los logros de la medicina cubana . La verdad es una sola y callar no es bueno ni valiente . Reservo el nombre y la dirección de la persona afectada , pero puedo decirles que es mi suegra , quien hoy por hoy sufre gran estrés . Padecía de sangramientos por un quiste en el ovario y al tener que pedir de vez en cuando certificado médico no podía trabajar con normalidad . La solución era quirúrgica . Hubo que estabilizar su hemoglobina y al cabo entró al quirófano , que no pudo ser más nefasto , pues salió del post operatorio con una mancha extraña en la pierna izquierda y dolores que todos pensábamos que eran propios de la intervención quirúrgica , pero nos equivocamos . La mancha era una quemadura sufrida en el salón de operaciones . Los cirujanos no se dieron cuenta de que , ya con anestesia general , fue arrimada accidentalmente a un aparato de alta temperatura . La quemadura fue tan grave que dejó como secuela una profunda cavidad que las carnes no pudieron rellenar . Al tercer día fue dada de alta y la noche de ese mismo día tuvimos que llevarla de la casa al policlínico por intenso olor abdominal . De allí tuvo que regresar al hospital y el análisis de su caso como recién operada arrojó que por equivocación se le había cortado el uréter — conducto de los riñones a la vejiga — derecho . Para enmendar este craso error , los médicos dijeron a la familia que , además de sentirlo mucho , tenían que someterla a cirugía de urgencia para salvarle la vida , ya que la orina se estaba derramando fuera del uréter y se precisaba insertar uno artificial . A tal efecto había que abrirla por el costado derecho y sacar dicho uréter afuera con una bolsa o colector de orina . Al cabo le propusieron dos opciones : mantenerse con el colector exterior hasta el final de sus días y cambiarlo todos los meses , con la consabida dosis de dolor , o extirpar el riñón dañado . Este último se analizó y los facultativos dieron nuevamente su opinión : si la paciente quería , podía someterse a otra operación para prescindir del colector artificial . Ella tomó la decisión de entrar una vez más al quirófano , pero nadie contó con que los nervios la traicionarían . Unas horas antes de ser llevada por tercera vez al salón de operaciones , mi suegra escapó del hospital . Hoy en día los médicos esperan y mi suegra desespera , traumatizada por las circunstancias vividas en un hospital que está para salvar vidas , no para quitarlas ni amargarlas .
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