IDENTIDADES 1 ESPAÑOL Febrero 2017 | Page 120

dedicado desde hace más de veinte años a estudiarla , el director del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega ( mi sede laboral ) me pidió preparar los documentos necesarios , que entregué con entusiasta premura . Sin embargo , no hallé nada de ellos , sino una historia elemental reducida en tiempo y espacio a casi una anécdota del pasado rosista , en parte extranjerizada , fruto de un guion ideológico que se retrasa por lo menos un siglo . Como no hay investigación ni difusión sin ideología ni compromiso social , comenzaré a explicarme a partir del juego de palabras del título . El musicólogo y periodista Pablo Kohan publicó en un artículo sobre la exposición titulado “ Toda la música en un solo lugar . De Ricky Maravilla a Carlos Guastavino , las expresiones sonoras que han tenido y tienen cabida en nuestro país ” ( La Nación , 28 de abril de 2012 ). También lo publicó en el grupo de Yahoo de la Asociación Argentina de Musicología y lo comentaron algunos foristas . En uno de esos comentarios se apuntó una observación acerca del desafortunado trato elitista a los musicólogos asesores que , “ descendiendo del Olimpo a la práctica cotidiana , aportaron los resultados de sus investigaciones para aportar conceptos y expresar ideas que tienen una concreción contundente ”. Había leído esa frase , pero la palabra Olimpo , tan cara en su lejana resonancia griega , golpeó en mí desde un lugar más cercano y desagradable , pues me compromete como ciudadano argentino e investigador . El Olimpo fue un centro porteño clandestino de detención en la última dictadura cívico-militar para personas con ideologías adversas y para hacerlas desaparecer . ¿ Por qué esta asociación ? Porque en ese momento estaba transcribiendo el testimonio de una afro-porteña superviviente de diligencia de detención que comandó Alfredo Astiz . Ella y su hija fueron recluidas allí y la hija sigue desaparecida como resultado de dicha experiencia extrema . Con razón , cuando recabo sobre la historia del genocidio africano entre compatriotas supervivientes de la trata esclavista , pues nuestro país fue arte y parte de ella durante tres siglos y medio , ellos se sitúan como los primeros desaparecidos : desaparecidos del África , desaparecidos de la Historia , desaparecidos de los censos , desaparecidos de los museos , desaparecidos de la memoria nacional , desaparecidos del imaginario social , desaparecidos de los libros de texto … Ya sabemos : vivimos en un país de ausencias y toda ausencia es intencional . Mi decepción ante la exclusión de la música afroargentina no tiene que ver con mi celo académico , sino con el compromiso asumido hacia sus cultores , quienes no sólo preexisten al Estadonación , ya que su presencia es tan antigua como la hispana y se remonta al siglo XVI , sino que vienen siendo olímpicamente ignorados en la anquilosada narrativa académica — musicología incluida — que trataré aquí a grandes rasgos . Desobedeciendo al método científico con que debe producirse el conocimiento que se precie de vanguardia , desde el musicólogo Carlos Vega a esta parte se viene liquidando la cuestión negra con superficiales y escuetas afirmaciones apriorísticas , frutos instantáneos y descuidados propios de la hermenéutica de escritorio , lecturas sesgadas y acríticas de fuentes secas y , sobre todo , de la especulación sobre cómo debieron ocurrir los hechos antes de corroborarlos por vía de la etnografía y la documentación exhaustiva . A diferencia de otros países americanos , donde la población y la cultura afro resultan más evidentes , esta línea argumental sostiene que aquí se trajo a pocos esclavizados y “ se los trató bien y hasta con cariño ”. Practicaron algunas
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