IDE Online Magazine Diciembre 2017 | Page 91

consumidores quienes presuponen la sostenibilidad cuando compran artículos de confitería. Para que un envase sea considerado sostenible tiene que ser “reciclable, estar hecho a base de materiales renovables y ser lo más ligero posible, tener una huella ecológica muy reducida y ser biodegradable o aprovechable para compost” ha resumido Smithers Pira, experto de Adam Page, enumerando las características más importantes.

Bandejas, cuencos y blisters reciclables. Las empresas expositoras en el recinto ferial de Colonia presentan aspectos relacionados con la sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de creación de valor añadido en el envasado y apuestan consecuentemente por material-down-sizing. Esta estrategia se pone en práctica con materiales de envasado que se puedan reciclar fácilmente y que, gracias a unos materiales de poco espesor, ahorren materia prima. Ejemplos modélicos para auténticos productos reciclables son las cajas plegables hechas a base de productos forestales certificados. La oferta abarca desde wraparounds para barritas de chocolate hasta envases multifuncionales de display para bolsas de caramelos que garanticen un reciclado sin problemas a través del papel usado, pasando por cajas para chips apilados y biskuitliner. Un ejemplo típico de ello son las cajas plegables de Metsä Board que garantizan unas calidades de cartón ligeras y estables gracias a la utilización de fibras no recicladas. La empresa finlandesa estará representada en la próxima ProSweets Cologne por printcity.

Otra interesante alternativa a los materiales clásicos como el aluminio o los plásticos son las láminas de celulosa y los materiales biológicos artificiales. Materias primas renovables como almidón vegetal a base de maiz, patatas o trigo así como también fibras de celulosa o restos agrarios suministran las moléculas de partida para los plásticos biológicos que están adquiriendo una cada vez mayor importancia en el mercado.