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CONSERVAR UNA CANCION EN EL CORAZON
La mejor herramienta del diablo
El diablo estaba escaso de dinero —según cuenta
relato—, y decidió vender algunas de sus herramientas.
Anunció el día en que se llevaría a cabo la venta,
sus ángeles malos volaron a todas partes llevando
noticia. A la hora señalada, una multitud de clientes llegó al salón de
venta.
En seguida se dieron cuenta que el demonio había puesto a la vista
todas sus herramientas con sumo cuidado. Viendo la exposición,
encontraron una herramienta pulida y brillante, con una etiqueta
puesta que decía “Celos”.
A su lado en el mostrador estaba otra bastante parecida que se llamaba
“Envidia” y al otro lado otra llamada “Codicia”.
En otro estaba “Impureza” y “Apetito Desenfrenado”.
Había muchas herramientas juntas, y cada una tenía una etiqueta con
su precio.
“¡Caballeros!” La multitud se calló mientras Satanás, de pie en una
plataforma a un extremo del salón, se dirigió a los presentes. “Quiero
que sepan que el
precio marcado en las etiquetas es el precio inicial. Las herramientas
serán vendidas al cliente que ofrezca más dinero sobre esa cifra”.
“¡Ay!”, dijo uno de los presentes mientras se dirigía a su compañero.
“¡Mira esto!” Una de las herramientas, afilada como una lanza, estaba
sola sobre el
mostrador.
El nombre que tenía era “Desánimo”,
el precio es más alto que todas las demás herramientas, lo que había
asombrado al cliente. “Me pregunto por qué Satanás pide tanto por
ésta. Así que iba a investigar el motivo, pero en ese preciso momento
comenzaba la subasta. Se vendieron todas las herramientas. Pero al
final había quedado “Desánimo” sin venderse. Nadie la había comprado.
Nadie había podido pagar su precio.
Por fin los dos visitantes pudieron hablar con el diablo. “Por qué usted
cobra tanto por esa herramienta que parece tan sencilla?”
“Ah, sí “, los ojos del maligno brillaron con chispa maliciosa. “El
‘Desánimo’ es mi herramienta más útil. Con ella puedo lograr que el
más fuerte de los santos se doblegue a mi voluntad. Los santos creen
que esa herramienta viene de Dios. Pero si yo puedo lograr que un
hombre, una mujer, un niño o una niña empiecen a decir, ‘De qué me
vale? ¿De qué vale guardar el sábado? O, ¿por qué tener que ser tan
diferente? ¿De qué vale ser cristiano?’ Puedo lograr que ellos hagan
cualquier cosa que yo quiera. Puedo lograr que sean celosos, o egoístas
o faltos de bondad. Puedo hacer que sean mentirosos o den rienda
suelta al mal genio o desobedezcan a sus padres. hasta puedo hacer
que mientan y roben. Por eso le fijé un precio tan alto a esa
herramienta. Yo no quiero venderla”.
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