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“Ah! ¿Sí?”, se dijo la señorita Camacho.
Ella examinó pacientemente a Rosita. “No tienes nada”, le dijo. “Pero me
siento mal”, se lamentó Rosita. “Hablaré con el director de la banda”,
dijo la señorita Camacho. El director de la banda dijo: “Rosita tiene que
cantar como solista. Ella debe ir”.
Quejándose y llorando, Rosita subió al autobús.
Se sentó en la parte de atrás, alimentando su tristeza y trazando unos
planes. Ella no hizo muchos comentarios hasta que el autobús llegó
cerca del pueblo donde se presentaría el primer programa. Entonces
ella se lamentó con voz lastimera: “Mc siento tan enferma! Mc duele la
garganta y quiero volver al colegio
Uno de los miembros de la iglesia donde la banda iba a tocar la
escuchó, y no sabiendo lo mentirosa que era, la llevó en su automóvil de
regreso hasta el colegio esa noche 3OO kilómetros!
Rosita se sentía contenta con ella misma. Su plan le había salido bien.
Estaba de regreso en el colegio. Sólo le quedaba un problema. La
señorita Camacho había dado órdenes de que cualquiera que dejara de
ir a la escuela sabática tendría que quedarse en el dormitorio el sábado
de noche. Rosita se vistió para ir al programa.
Pero la señorita Camacho la vio por el pasillo. “Así que, mi muchachita
que estaba tan enferma que tuvieron que traerla de regreso pudo
levantarse esta mañana. ¡Oh, no! Las muchachas que están tan
enfermas, deben quedarse en la casa. Vuelve a tu cuarto
Todo ese día Rosita estuvo en cama, y también rodo el domingo. Ella
tuvo que tomar una dosis de purgante y un montón de otras medicinas
que sabían muy mal. “Si ella esta enferma”, me dijo la señorita
Camacho, “yo decidí curarla”.
Quizás tú te estés preguntando: ¿le bastó eso a Rosita? Yo también
quisiera saber.
Pero hay que tener cuidado al tratar a los mentirosos y a los que saben
fingir. Rosita recibió lo que necesitaba ‘‘ nunca más volvió a fingir. Pero
algunos jóvenes no tienen todas las maravillosas oportunidades que
tienen los jóvenes adventistas. A algunos les han enseñado que es
correcto engañar. Ellos han crecido creyendo que el mundo está contra
ellos, y que la única forma de salir adelante es haciendo fraudes y
siendo deshonestos. Algunos de estos desgraciados jóvenes terminan en
un reformatorio o en la cárcel. Si alguna vez encuentras uno de ellos,
tendrás que pedirle a Dios sabiduría y tacto para saber cómo tratarlos.
Recuerda que es sólo por la gracia de Dios que puedes hacer tu parte
honestamente; la gracia de Dios puede ayudar al peor de los jóvenes a
cambiar su vida y hacer cosas honestas también. Quizás Dios quiera
usarte para ayudarles a que se verifique en ellos este cambio
maravilloso.
¿Sería fiel Felipe?
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