IAG EL SENDERO DE LA FELICIDAD EL SENDERO DE LA FELICIDAD | Page 40
- 40 -
La mamá de Daniel se quedó quieta por unos instantes y luego habló
quedamente.
—Daniel, en realidad tú haces exactamente lo mismo de lo cual estás
criticando a Tony.
Ahora le tocó el turno a Daniel para asombrarse.
—No es cierto. Yo hablo de todo y si tú quisieras oírme, te contaría todo
acerca de mi jon...
Mama levanto una mano.
—Es tarde. Tengo que preparar la cena. Papá llegará en media hora.
Quizás dediquemos algunos minutos del culto a discutir esto. Si me
alcanzas ahora unas papas, quizás podamos hablar más tarde de tu
jonrón. Quiero que me cuentes.
Daniel fue a buscar las papas. ¿Qué querrá decir mamá? ¿Qué yo soy
tan tonto como Tony?”
Mamá peló las papas y pronto la cocina se llenó de un sabroso olor
mientras la comida hervía en la estufa y. algo se asaba en el horno.
Papá llegó y todos se sentaron a comer.
Todas las noches, después de comer, celebraban el culto. Mamá leía
parte de la lección de escuela sabática. Daniel miraba los textos y
repetía el versículo de memoria. Se arrodillaban para orar. Papá oró esa
noche y luego le llegó el turno a Daniel.
El dijo en su oración: “Querido Jesús, gracias por el buen día que tuve
en la escuela. Perdona mis pecados. Bendice a mamá y a papá. Danos
una buena noche de descanso y ayúdanos a hacer las cosas mejor
mañana. Amén”.
Mamá oró y luego papá tuvo que salir para una reunión de la junta de
la Iglesia.
La mamá le dijo a Daniel:
— ¿Sabes lo que yo quería decir cuando hablaba contigo esta tarde?
Daniel frunció el entrecejo.
— ¿Qué te pasa hoy, mamá? No quiero ser descortés, pero no me doy
cuenta de lo que quenas decir.
Mamá parecía seria.
—Esta tarde me contaste que tú creías que Tony era medio trastornado
porque hablaba solamente dos veces al día y siempre decía lo mismo.
—Bueno, él actúa algo raro; pero, mamá, después de todo, yo no me
parezco a él.
Mamá habló más claro.
—Daniel, ¿te escuchaste esta tarde mientras orabas? Yo conté cinco
frases y fueron exactamente las mismas que dijiste anoche y antenoche.
Tú sólo hablas con Dios dos veces al día, por la mañana y por la tarde,
y tienes ciertos pensamientos que repites una y otra vez.
—Pero, mamá —Daniel fue cogido por sorpresa—. ¿Qué se supone que
uno diga cuando ora?
—Dios es tu mejor amigo, Daniel —mamá hablaba suavemente—. Habla
con El lo mismo qué hablarías con tu mejor amígo en la tierra. Cuéntale
todas las cosas que te pasaron durante el día.
—Pero mamá, ¡no es una oración!
[email protected]; [email protected]