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Pero maría Slesso, aunque débil y enferma, no se iba a detener. Corrió
hacia al selva.
Las sombras de la noche la rodeaban, la noche oscurecía el sendero.
Pero ella seguia corriendo. “Querido Dios”, oraba, “cierra las fauces de
las bestias”.
A la medianoche llego a una villa y le pidió a alguien que la acompañara
el resto del camino, pero el jefe de la tribu fue descortés con ella y no
estuvo listo a ayudarla. “una mujer no podía impedir la guerra entre
las tribus”, dijo. María le replico: “Tu ves solo a una mujer. No olvides
que se trata de una mujer de Dios y siguió andando a través de la selva
y de la oscuridad, entre las bestias hambrientas.
De pronto, escucho gritos airados y bailes y llego a una fiesta de
guerreros listos para salir a la batalla.
“¡Deténganse!”, grito. “Debemos sentarnos y hablar de estos problemas.
¡No debe haber mas muertos”!.
Algunos de los salvajes se rieron. Otros eran más astutos. “Estas
cansada”, le dijeron. Duerme aquí. Te despertaremos al canto del gallo y
entonces hablaremos.
Ella se durmió, y cuando se despertó, los hombres se habían ido ala
batalla. Pero maría Slessor no iba a ser detenida. Ella corrio por el
sendero detrás de los hombres, a través de corrientes de agua y por
sobre las colinas y de pronto los encontró. Estaban danzando
frenéticamente y haciendo girara lanzas y garrotes.
“Se están portando como niños”,
les dijo. “¡Dejen de baile y
obedézcanme!”
¡Y le obedecieron! Allí ella los dejo y corrió hasta que encontró a los
guerreros de las otras tribus alineados al otro lado del sendero.
“Quiero saludarles”, dijo ella, sonriendo dulcemente al grupo de mirada
feroz.
Losa paganos la miraron llenos de ira, moviendo sus lanzas. Ella se rio
y les dijo algunas bromas. Entonces uno de los guerreros se le acerco y
se arrodillo ante ella. “¿Me recuerda?”, le pregunto. “Una vez fuiste a mi
choza y me curaste. Tenemos que confesar que esta seria una pelea
tonta y que remos que la impidas”.
Esos hombres fuertes querían que esa mujercita enferma los ayudara a
detener sus guerras. ¡Imagínate! Y ella lo hizo. Ella junto a los dos
ejércitos y se mantuvo entre ellos mientras hablaban de todas sus
dificultades. Finalmente se pusieron de acuerdo en quienes tenían la
razón y ella se cercioro de que los culpables pagaran una multa, en
lugar de matarse unos a otros.
Esa fue una de las muchas batallas que Maria Slesser detuvo en esa
selva de paganos. Poco después ella llego a ser muy conocida como la
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