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En seguida alguien llego corriendo donde yo estaba, porque yo era el
director de los Conquistadores.
“Se salio una rueda del patín de margarita” me dijo
Yo vi. Lo que sucedía y le pedí a Margarita que sujetara la rueda
mientras yo iba a buscar la tuerca que se suponía sostenía a la
rueda en su puesto.
Yo había puesto muchas ruedas anteriormente y estaba seguro que
no me demoraría mucho en hacerlo esta vez. Pero en seguida me di
cuenta que esa rueda estaba en peores condiciones de las otras que
yo había arreglado.
“Esperen un minuto”, dije a las muchachitas “voy a al encargado
que nos ayude”. El encargado estaba tan seguro como yo de que el
podría arreglar la ruedita, pero cinc minutos mas tarde, movió la
cabeza, “No sirve”, dijo, “y yo no tengo la herramienta necesaria.
¡Pobre Margarita! Se puso tan triste que yo decidí intentar arreglar
la rueda de nuevo. Yo la quitaba y la ponía, luego la volvía a quitar
y la volvía a poner. Pero no había remedio. La rueda no se podía
arreglar.
--- Lo siento --- le dije a Margarita. --- Ya no puedo hacer nada
más. ¿Porque no le pides al encargado que te otro par de patines?
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