Se terminó el descanso y la chicharra sonó. Ellos, obedientemente, salieron todos hacia diferentes rumbos, sin meta, sin fin, solo el camino hasta que se acabara el tiempo y volvieran a hacer sus labores. Sin obligación, claro, porque controlar genera odio y el odio revoluciones, así que es mejor aparentar que tienen libre albedrío, cuando en realidad son controlados.
El experimento progresa favorablemente, sin tener otras cosas para hacer, la efectividad de los hombres se mantiene estable. Sin reglas, nadie las puede romper. Sin tener otra preocupación, solo trabajan. Pronto añadiré más sujetos, pero primero hay que aislaros, arrancarles la humanidad para aumentar su rendimiento.
Los observados trabajan arduamente o eso creen porque sus progresos siempre se reinician. Esto se hace para erradicar cualquier signo de satisfacción. Los sujetos no tiene noción del tiempo, así no se quejan de la cantidad de horas que trabajan.
Pueden negarse a trabajar, pero el remordimiento de no contribuir a la “sociedad” los hace volver a su labor, con la cabeza agachada.
Félix Avakian