EL REFLEJO
sexto grado
Cada día era igual, verse al espejo sin saber por qué su reflejo se encontraba allí. Era muy común no saber siendo un simple perro. Pero su gran interés por el marco dorado reluciente como mil diamantes juntos no terminaba de darle la función que realizaba. Sabía que allí era donde sus dueños acostumbraban a verse con diferentes vestimentas, posando y hasta a veces tomando fotos con ese aparato electrónico que podía cegar los ojos del pequeño peludo animal.
Cuando la oscuridad de la noche comenzaba a caer, los dueños arribaron al hogar. El interés por el objeto, como siempre, comenzó a desvanecerse. Los mimos y caricias comenzaban a llegar muy amorosamente de parte de los dueños como del mismo animal.
Mientras tanto, en el pasillo, se encontraba el espejo. Ahora solitario, tomando diferentes formas. El esplendoroso marco dorado cambió hacia un blanco opaco.
Al otro día, luego de que los dueños salieran del hogar, la criatura cayó en la contemplación de su propio reflejo, pero ahora había algo extraño. El marco había cambiado. Parecía sin vida y tampoco color, pero su reflejo seguía allí.
En el pasillo el espejo continuaba con su transformación. No era más un espejo en el cual se podían reflejar, ahora había tomado la forma de su más fiel seguidor. Sí, era el pequeño perro, que ahora se encontraba en la cocina junto a sus dueños. Había entrado en un espiral sin fin.
Olivia Adan