Golden Box Book Publishing Protegida por el Halcón | Page 12
secretos y sin saber por qué, cuando era pequeña, la gente tenía una
extraña expresión cuando me veía por primera vez. Me miraban a la
cara, se volvían hacia mi madre y preguntaban: ¿Es cierto?, ¿es ella?,
Mi madre les hacía callar y me mandaba a mi habitación, o
simplemente cambiaba de tema. Recuerdo que a veces se inclinaban
para ponerse de rodillas y mi madre les dirigía una mirada
inquisitiva. Cuando le preguntaba qué estaban haciendo ella me
decía: “Oh, sólo es un calambre en la pierna”. o “Se le ha caído el
anillo”. Algunos disimulaban el gesto y otros miraban confusos y se
iban. Yo sabía que era algo más, pero también sabía que mi madre
no iba a contármelo todo. Aunque yo sospechaba que tenía algo que
ver con mi marca de nacimiento, casi imperceptible en la cara, nunca
pude estar segura.
La gente siempre me miraba en la esquina inferior izquierda del
ojo antes de empezar a actuar de un modo extraño. La marca en mi
piel apenas se puede ver pero siempre ha llamado la atención de todo
el mundo. En cuanto llegué a la adolescencia y descubrí el
maquillaje, empecé a cubrirla para evitar miradas molestas.
Puse mi diario en la mesita de noche, suspiré y caí de nuevo en
un fugaz sueño. En éste, estábamos celebrando mi noveno
cumpleaños. Mi madre me sonreía e inclinándose hacia mí me dijo:
—Recuerda, pequeña mía, dentro de veinte años será un
momento crucial en tu vida. Serás adulta y averiguaras cosas sobre tu
herencia…
—Pero mamá, sólo tengo nueve años. —La interrumpí
airadamente, mirando de reojo los regalos sobre la mesa—. ¿Puedo
abrir mis regalos?, ¿Por favor? —gimoteé tirando de su vestido.
—De acuerdo, ve, pero antes déjame enseñarte algo —ella dijo.
Yo estaba ansiosa por averiguar qué había en aquél gran paquete
envuelto en papel plateado. Así que asentí. Mi madre sacó algo
pequeño y brillante de su bolsillo.
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