Golden Box Book Publishing Mira, ¡puedo hablar con los dedos! | Page 6

La abuela Rosa siempre se había asombrado de la habilidad de Sandra para dar un giro, incluso, a la peor situación y sacar la parte positiva de todo. Aunque estaba preocupada de cómo podría reaccionar su nieta cuando averiguara que había perdido la mayor parte de su audición, ella no la había defraudado. Sandra permaneció positiva y, afortunadamente, asumió el reto de aprender a comunicarse con personas con discapacidad auditiva. La Abuela Rosa, sintiéndose mucho mejor, le dijo: —De acuerdo, cuéntame que pasó mientras yo estaba en el hospital. —Tengo buenas noticias. Finalmente, mamá me deja tener un gato —presumió Sandra feliz. La abuela Rosa no estaba segura si había escuchado las palabras correctamente. La tristeza se apoderó de ella por un segundo, pero entonces pensó: “No dejaré que esta enfermedad me venza. No voy a dejar que me entristezca y me quite la felicidad.” Se giró hacia Sandra, le guiñó un ojo y respondió: