Golden Box Book Publishing Mira, ¡puedo hablar con los dedos! | Page 10

Los papás de Sandra lo intentaban gritando, alzando el tono de su voz o acercándose a su oído cuando hablaban, pero no servía de nada. Rosa podía oír algunos sonidos claramente, pero otros no podía escucharlos bien. Para ellos se convirtió en una lucha diaria poder comunicarse y empezaron a echar de menos las reconfortantes conversaciones de sobremesa en las cuales se contaban las cosas que les pasaban a lo largo del día. La abuela Rosa intentaba seguir la conversación, pero lamentablemente, no podía escuchar todo lo que los demás decían o simplemente lo entendía mal. Eso hizo que toda la familia se sintiera incomoda porque no podían continuar sus alegres conversaciones sabiendo que ella no podía oírles.