Golden Box Book Publishing GBBP Magazine, June, 2017 | Page 47
Molly vivía en su acogedora casita en un pueblecito americano
con su gata Miau. Cuando una amiga de Molly, la señora Santos,
se tuvo que ir a vivir a una residencia de ancianos, se puso muy
triste y no sabía qué hacer. La residencia no permitía animales y
ella no quería que su loro, su compañía durante mucho tiempo,
terminara en la protectora de animales. Ella pidió a su familia,
amigos y vecinos que adoptaran a Pico pero, tristemente, nadie
quería al ruidoso pájaro.
Aunque Molly sabía que Pico era un bocazas molesto, ella lo
adoptó porque quería a su amiga y sabía lo triste que se pondría si
su loro no encontraba un buen hogar.
Al cabo de un rato, Molly se acostumbró al constante parloteo
de Pico y empezó a hablar con él.
—¿Qué vamos a hacer para cenar, Pico? —preguntó Molly.
Molly sabía que Pico no la entendía pero cuando le respondía,
sonaba como si estuvieran teniendo una conversación.
—¡Ccrenna, ccrenna, ccrenna! —respondió el loro.
—Ojalá pudieras hablar en lugar de hacer sólo ese ruido sin
sentido —dijo Molly al colorido pájaro.
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