Generando Arte. La Revista Nº 0 | Page 39

Arte participativo L a Posmodernidad ha traído consigo una serie de cambios fundamentales en los modos de vivir y, en consecuencia, en los modos de hacer y acceder a la obra artística. Hemos heredado instituciones que dan un acceso a la información de forma unidireccional y en una relación de distancia entre el público receptor y el objeto de información. Ésta es una cultura “vista”, es decir, en la que es este sentido el que interviene como principal. Mientras que hoy, en parte, debido al gran desarrollo tecnológico, a la mejora en las conexiones propiciadas por la aparición de internet y la democratización del transporte, el público busca otro tipo de aproximación a la obra de arte. Así se ha configurado una corriente artística contemporánea que busca el encuentro, la vivencia y la experimentación en primera persona. Es un tipo de creación que invita a la comunidad en la que se sitúa, a participar del proceso, así como del resultado final. El hecho de posibilitar la comunicación directa, al fin y al cabo el arte es una herramienta destinada a ponernos en relación, es la parte fundamental de esta corriente artística. La ciudadanía pasa de ser un mero espectador/espectadora pasivo a ser el protagonista. La artista/el artista se convierte en un primer motor generador de la acción. Pero ya no hablamos de un arte colaborativo, en el que aquellos que intervienen lo hacen sobre las ideas preconcebidas de la cabeza del artista. Este arte busca tener en cuenta la personalidad y cada una de las aportaciones que pueden hacer a nivel particular cada uno de los miembros que forman cada una de las personas. Es un tiempo, unido a la inevitable crisis, en el que los artistas han visto disminuido el canal de acceso al mercado del arte, debido a los recortes que se han producido; especialmente en el sector público. Este hecho, desde mi punto de vista, ha supuesto un giro positivo en la creación, ya que ha propiciado la búsqueda de nuevos canales. Así como nos ha llevado a lo interdisciplinar, al deseo de una vuelta a la colectividad, a vivir de algún modo en comunidad de nuevo. Destacaré el concepto de “prosumidor”, término empleado en economía, pero que es perfectamente aplicable a la idea de un consumo responsable y activo. Es decir, nos encontramos ante una persona que participa en el proceso de aquello que consume. Éste es el tipo de arte público necesario para una determinada comunidad, en la que se implica a personas de distintos rangos sociales y de edad, permitiendo así la convivencia intergeneracional e interdisciplinar. Ésto se desarrolla bajo la creencia en el valor de la persona como fin individual, no como un medio, tal y como sucede en una mentalidad de consumo capitalista en una sociedad individualizada. El deber del arte no es otro que el de servir de herramienta de comunicación que nos permita de un modo u otro cambiar el mundo. En el caso del arte participativo existe una vertiente activista, que interviene directamente en la dimensión política. Otra de las vertientes de esta forma de hacer arte también se relaciona con un nivel más local, en pequeña escala y modificando comunidades concretas. En realidad he de decir que esta tendencia no es un invento de la Posmodernidad, sino que se trata de una vuelta a la plaza pública, una devolución del arte a la posición que nunca debió abandonar, a ser parte del pueblo. Me refiero a tradiciones culturales dentro del ámbito popular tal y como sucede en el carnaval, donde la manifestación, con una finalidad festiva, sin embargo comparte mucho con los fines estéticos y artísticos de otras disciplinas. El carnaval es una representación de la que se es participante, no espectador/espectadora. En los años sesenta también se hacen experimentaciones relativas a la participación colectiva en eventos artísticos, tal y como ocurría en el happening. Me estoy refiriendo a las experiencias que emprendieron artistas como A. Kaprow, Oldenburg o Lebel. No olvidemos a artistas mujeres que han intervenido de manera transversal y activa este género que se relaciona en una simbiosis entre el arte de acción, la performance, el happening, y el actual arte participativo como son: Yoko Ono, Marina Abramovic o Marta Minujin. No podemos dejar de atender la evolución que ha experimentado el papel del espectador, desde la quietud al movimiento, y su situación en el centro de la obra. Hoy el espectador es artista. Destacaré por último el trabajo que está realizando la artista italiana Marinella Senatore en relación al arte participativo. Uno de sus últimos proyectos, del que son testigo las imágenes que acompañan a estas líneas, es Rosas. Se trata de una ópera moderna trabajada en tres capítulos en tres países distintos (Inglaterra, España y Alemania) cuya finalidad es la experiencia colectiva y la creación de comunidad. También recomiendo la lectura de los textos de Claire Bishop, teórica de arte, especialmente Artificial Hells: Participatory Art and the Politics of Spectatorship, ya que arroja una luz bastante certera sobre este tipo de corriente artística contemporánea. Paloma Rodera Martínez Las imágenes utilizadas pertenecen al proyecto ROSAS de la artista italiana Marinella Senatore. 39