Generando Arte. La Revista Nº 0 | Page 31

“La vida está llena de sorpresas; intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos” Durante los siguientes años, la actividad de Sofonisba se volvió frenética: pintó sin descanso retratos de la familia real y de otros nobles de la corte, a la vez que siguió formándose y trabajando junto a Alonso Sánchez Coello, aunque por su condición de dama de la reina, le estuvo prohibido firmar sus cuadros y cobrar el sueldo correspondiente como artista de la corte. Al morir su querida amiga Isabel de Valois, dejó de ser dama de la reina, y, pese a su reconocimiento profesional, no pudo seguir con su trabajo, ya que se consideraba indecente no depender económicamente de un hombre, evitando así el peligro que pudiera representar una mujer independiente con dinero e influencias. El rey Felipe II, tomando cartas en el asunto, arregló a Sofonisba un ventajoso matrimonio con el hijo del Virrey de Sicilia, Don Francisco de Moncada, acallando así las posibles habladurías y garantizándole la seguridad económica y aportando, para ello, una significativa dote como agradecimiento a su espléndido trabajo. A la muerte de su marido fue protagonista de otro hecho por el que también se adelantó a su tiempo: en 1579 se enamoró del capitán de navío Orazio Lomellino, notablemente más joven que ella y perteneciente a una clase social muy inferior. Contrajeron matrimonio en 1580 pese a las reticencias de su familia y las del duque de Florencia, Francisco de Medici, que encarecidamente desaconsejaba el matrimonio. El capitán Lomellino supo valorar el talento de su esposa y apoyarla: en su nueva casa en Génova, la pintora contó con estudio propio, y con tiempo y tranquilidad suficiente para pintar sin sobresaltos, ya que gozaron de una buena posición económica. Corresponde esta época a una etapa interesantísima, prolífica y sobre todo de gran satisfacción personal. Atraídos por su fama, que en ese momento fue enorme,