Fe en acción 2017 18/06/2017 | Page 9

Acabé quedándome con una amiga mientras esperaba a que mi padre regresara en tres semanas. Con el tiempo, esas tres semanas se volvieron años. Pero durante este tiempo, yo no sabía qué hacer porque no tenía estadía en el país ni podía trabajar. Conseguí terminar mis GCSE´s e ir al instituto, donde estudié Psicología y Asistencia Social y de Salud. Pero me quedé estancada, sin poder progresar. Una de mis amigas me había invitado al Centro de Ayuda UCKG cuando yo tenía 14 años. Sabía que este lugar podía ayudar a las personas, pero no pensé que podría resolver mi situación en aquel entonces, por lo tanto, no le hice mucho caso hasta que tuve cerca de los 18 años. Escuchaba historias de cómo las personas superaban situaciones difíciles, y pensé: “Si ellos pasaron por todo esto y sus vidas cambiaron, entonces quizás la mía también pueda cambiar.” Kimberly vio la oportunidad de confiar en Dios a través de la Campaña de Israel, ella oró para recibir dirección de Dios y utilizó su fe. ‘Cuando llegó la hora de tomar una actitud, busqué ayuda por internet. Escribí mi historia y la envié a diferentes Centros de Caridad que podrían ayudarme. Por aquel tiempo, me había ido de la casa donde estaba y vivía con otra amiga por un mes. Si mi situación no cambiaba en un mes, no sabía dónde acabaría al final, pero tuve que desafiarme a mí misma y a Dios para salir de esa situación. Finalmente, de allí a dos semanas, recibí una respuesta de una señora de uno de los centros de Caridad. Creí de verdad que Dios la había puesto en mis caminos. Fue muy agradable conmigo y me explicó que, desde los 15 años, el gobierno tenía que haber cuidado de mí. Estaba más indignada con mi situación que yo misma. “Soy verdaderamente feliz, y sé que muchas otras cosas mejores están por llegar.” La señora luchó en mi favor para conseguir abogados que pelearían por mi estadía, no tuve que pagar a ninguno de ellos. Ella se responsabilizó de todo. Esto fue un alivio porque no tenía ni idea de qué hacer. Mis abogados me pedían que mintiera, pero yo me negaba porque ya había puesto mi confianza en Dios y quería hacer las cosas bien. Por haber confiado en Dios y no permitir que el miedo me detuviese, hoy, yo no estoy sin techo y vivo sola. Tengo mi estadía y trabajo en una inmobiliaria, algo que me encanta. Mi padre y yo nos llevamos muy bien, hablamos a menudo. Ya no le guardo rencor a nadie ni siento rabia por dentro. Sé que cualquier dificultad por la que pase la puedo superar mediante la fe. Soy verdaderamente feliz, y sé que muchas otras cosas mejores están por llegar.” Kimberly Gordon uckg.org/es|9