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El profesor que ejerce la gerencia en el aula, debe convertirse en un gestor de cambios; estableciendo acciones y estrategias que le permitan resolver los problemas que se gestan en el aula a través del orden justo, teniendo en cuenta que es necesario que adquieran competencias que les facilite la comunicación, de mediadores de conflictos y de estrategias en el aula para enseñar a pensar y actuar de forma asertiva acompañada de la inteligencia emocional. En este sentido, no es fortuito que la UNESCO incluya como pilares de la educación, los aprendizajes ligados con el hacer, conocer, ser, vivir juntos y transformase y se hace necesario que se potencialice la inteligencia emocional como cimiento para generar transformaciones en la comunidad educativa, específicamente en la resolución de conflictos que se generan en los estudiantes de la institución;De allí su importancia axiológica, en la relevancia para el contexto educativo debido a que la educación de emociones cumple una función humanística con base en la socialización de los niños desde el reconocimiento del ser humano como individuo inserto en una sociedad, que busca conocerse a sí mismo a través de su desarrollo integral para generar bienestar tanto para sí como para todos los que le rodean.

Parafraseando a Goleman (1996) La educación de las emociones denominada “Alfabetización Emocional” pretende enseñar a los niños a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional; es allí donde el papel de las instituciones educativas no puede ser pasiva, debido a que esta estas son agentes socializadores para los estudiantes, necesitando que esta tarea se trabaje para gestar fuertes pilares en la consolidación de la educación para la paz que tanto buscan las naciones pero como se dice en el documental la educación prohibida, Pablo Lipnisky, conferencista invitado a la Cumbre Líderes por la Educación (2014), “todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia y la competencia es el principio de cualquier guerra”, es allí donde la radica la importancia que desde los espacios educativos los docentes sean quienes colaboren en tomar acciones para generar cambios en las emociones negativas tal como lo señala Vaello (2009):

“Alguien les tiene que ayudar consistentemente a aprender a ser tolerantes, empáticos, comprensivos, dialogantes, asertivos o pro-activos, y, al mismo tiempo, a dejar de ser intolerantes, obcecados, insolidarios o abusivos, y no se puede dejar esta decisiva labor exclusivamente en manos de la calle o de familias que en algunos casos pueden estar obstaculizando más que ayudando en la formación integral de sus hijos o hijas (p.7)

De allí que se hace necesario diseñar un plan de gerencia en el aula basado en competencias emocionales para que los docentes puedan resolver los posibles conflictos que se presente en sus espacios y que le orientará al docente la elaboración de actividades que le permitirán contribuir con la educación emocional; así mismo, podrá ;compartir experiencias educativas con los demás docentes como parte de las iniciativas para fortalecer la institución educativa.

Martha Ligia Morales

Docente