Especial refugiados | Page 7

www.lamarea.com | marzo 2016 39 Refugiados 2 3 le doy el desayuno y nos vamos a dar un paseo. Cuando ella vuelve, me voy a Valencia a estudiar mi curso de electricidad”, relata. En su tiempo libre investiga los vínculos familiares de su abuelo, judío sefardí, para tratar de acceder al plan de concesión de nacionalidad a familiares de sefardíes aprobado por el Gobierno en octubre. George asegura que no piensa en qué será de ellos cuando termine su estancia en el albergue. Pero ese momento llegará. volvió a Siria con su familia, joyeros de «Cuando llamamos a profesión. Sólo un año después, estalló el nuestro vecinos, su conflicto. Y tuvieron que huir. “Nuestros teléfono suena, pero no pisos y nuestras tiendas se quedaron allí. lo coge nadie», cuenta un No sabemos qué ha sido de ellas. Cuando llamamos a nuestros vecinos, su teléfosirio de 40 años no suena y suena pero no lo coge nadie...”. las ong denuncian que el Su mujer y su hijo de cuatro años han tardado un año en obtener la respuesta a problema se agravará su petición de asilo. Positiva. Jan explica porque los estados que no les fue sencillo conseguirlo. “Nos no están dando una pidieron que obtuviésemos un papel en respuesta adecuada Siria. Que lo llevásemos a la embajada de España en Líbano… y claro, allí está todo destruido y, además, si no tengo a nadie allí, ¿quién va a hacer esto por mí?”. Aunque ella no trabaja, el buen nivel de español de Jan y los contactos que mantuvo tras su primera estancia en España, le han ayudado a encontrar un empleo. Tres años después de volver, con una vida ya tranquila lejos de la guerra, asegura que, aunque el gobierno de Bachar el Asad era “quizá un poco rígido y algunos dicen que fue un dictador”, en el fondo lo echa de menos porque recuerda que en aquel tiempo no había conflicto y las minorías cristianas vivían tranquilas. Tras escapar de las bombas, pese al tiempo que vive ya alejado de ellas, Jan no ha logrado superar la sensación de estar perseguido y dice sentir las miradas de las personas musulmanas del barrio. Pese a todo, asegura, no quiere volver. “Ahora me es1. George Stifeev toy pagando un pisito. Cuando mi hijo ve fotos suyas sentado con su hijo en el en su sillita de comer en Siria pregunta dónde estaba entonces. centro de acogida Yo le digo que en otra casa, lejos, en otro país. Y él pregunta que en Cullera. cuándo vamos a ir. Algún día le contaré todo esto, de momen2. Maya, Arthur, to es muy pequeño. Va muy feliz al colegio, está integrado y ¡haGalina y Edgar bla mejor español que nosotros!”, ríe Jan en el bar donde trabaja. Abramian en su Las organizaciones aseguran que los Estados no están popiso en Valencia. niendo los suficientes recursos para hacer frente a un proble3. Sawsan Mustafá ma que, auguran, se agravará por la respuesta política que están y su marido Khaled dando al conflicto. Durá de CEAR es contundente: “No es una Nadjar en el centro cuestión de caridad, ni de solidaridad, ni ayuda, es una cuestión de acogida de de justicia. De derechos que tienen las personas y deben ser gaCullera. rantizados por los Estados. Estamos obligados a ello”. � biel aliño Un edificio discreto El centro de acogida de Cullera, desde la calle, pasa completamente desapercibido. No es en nada diferente a un pequeño bloque de pisos con cuatro plantas. El edificio, modesto por dentro, dispone de habitaciones para dos y tres personas en las que actualmente viven 45 refugiados. La planta baja del edificio acoge el comedor, en el que las mesas están rotuladas con el apellido de las diferentes familias que viven allí, que comen juntas si así lo prefieren. En ocasiones, incluso, si alguno de los habitantes se ofrece a cocinar un plato especial de su país de origen para todos, puede hacerlo en coordinación con el equipo de cocina. La azotea, acristalada, ha sido convertida en una sala de juegos, de estudio y de reunión con una larga mesa, una televisión y un ordenador. Todo está organizado para que su vida sea lo más normalizada posible desde el día en que llegan. “Cuando acaban la estancia en el centro, CEAR les puede dar una pequeña beca para terminar el curso y una ayuda para el alquiler de vivienda”, explica Francisco Jiménez, director del albergue. Durante esta etapa, y mientras se resuelve su expediente de solicitud de asilo, las personas refugiadas suelen empadronarse en los municipios en los que viven y optar a los servicios municipales. El 44% de las resoluciones de asilo en España en 2014 concedieron la tarjeta blanca como refugiado. “Si te lo deniegan, pasas a estar sujeto a la ley de extranjería con la que, en el mejor de los casos, a los tres años, si tienes un contrato de un año a jornada completa y cumples una serie de requisitos, podrías obtener permiso de trabajo y residencia”, detalla Durá. Jan Casban, comerciante sirio de 40 años, trabaja como camarero en Valencia. Vino a España en 2001 y no tardó en encontrar trabajo en la hostelería. La bon