Escuela de Recuperación 8 Día de la Tradición | Page 30
3.8. LAS PILCHAS Y LOS AVÍOS
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en un recipiente llamado pava o caldera (los dos nombres
corresponden al mismo recipiente que recuerda a una tetera).
Solían reunirse en las pulperías, lugar de aprovisionamiento para el medio rural, donde se realizaban intercambios y se sociabilizaba. Allí se reunían los vecinos del
pago y los viajeros de paso. Tomaban bebidas alcohólicas
(caña quemada, ginebra, vino, aloja), jugaban a la taba y a
las cartas (por ejemplo el truco), o entraban en diversos tipos de duelos incruentos como el malambo (originalmente competencia de zapateo entre hombres) y payadas al
son de guitarras o carreras a caballo llamadas cuadreras,
o “jineteadas” de destreza ecuestre (sortija, doma, pato,
etcétera), ocasionalmente y por diversos motivos (los más
usuales eran los “por polleras”, es decir la rivalidad por
el amor de las mujeres) se producían duelos criollos a
faconazos, para esta eventualidad casi todos los gauchos
frecuentemente se entrenaban utilizando, en lugar de facones, palos con la punta carbonizada; tal entrenamiento es también un juego llamado muchas veces "visteo" u
“ojeo”[nota 4] ya que los contendientes tienen que predecir
rápidamente, principalmente con la mirada, cómo atacará el adversario (ver: esgrima del cuchillo gaucho).
Además de expertos jinetes, arrieros, reseros y domadores (hasta inicios de siglo XIX era frecuente que los varones gauchos comenzaran a montar a caballo desde la
temprana infancia), muchos gauchos se destacaron por el
conocimiento del territorio y sus condiciones climáticas,
a tal capacidad se le da el nombre (procedente de los marineros del s XVI) de “baquía” y se llama “baquianos” o
"baqueanos" a los gauchos más expertos en “baquía”, otra
capacidad próxima a la baquía es la de “rastreador”, un
rastreador es aquel que puede seguir la huella o rastro de
otro ser humano o de un animal por varias leguas, ambas cualidades han sido recordadas laudatoriamente por
alguien que se declaraba enemigo de los gauchos: Domingo Faustino Sarmiento.
Muchos gauchos, en su mayoría categorizados por las autoridades de su época como “bandidos rurales