ESCUELA DE DESCODIFICACIÓN BIOLÓGICA ORIGINAL 2015 2017 Vol.4 | Page 10

Dicho personaje puede llegar a ser un tipo de super héroe, que es capaz de llegar donde otros no llegan, soportar lo que muchos no soportarían, resistir y tener una gran fortaleza frente a las adversidades. Mostrarse siempre fuerte, incluso tratar despectivamente todo lo que tenga que ver con mostrar vulnerabilidad.

Otra forma totalmente opuesta podría ser tener una sumisión que puede llegar a ser casi completa hacia los demás. En ambos casos, los adultos en la infancia, se encargaron de humillar y desaprobar las emociones.

“Cuando el amor, la aceptación y el respeto están amenazados, el ser humano hipertrofiará unos aspectos de sí mismo (aquellos que al mostrarse en el mundo son aceptados y reforzados), y minimizará otros aspectos de sí mismo (aquellos que percibe son rechazados por los demás)."

(Mario Salvador, Más allá del yo)

La sociedad nos pide rendimientos, logros, resultados y es ahí donde nos comparamos y podemos sentir que no valemos como el resto.

Cuando nos sentimos desvalorizados, hay dolor, vergüenza, rabia reprimida, inseguridad, dudas del lugar que ocupamos, culpabilidad. Todo ello contribuye a que cada vez nos cavemos una fosa que nos ubica en un lugar muy pequeño al compararnos con los demás, cuya profundidad dependerá del grado de intensidad de estas emociones.

A mi entender, la desvalorización tiene que ver con la negación de nuestro Ser esencial por las vivencias propias.

El origen de la desvalorización suele estar en las experiencias de la primera etapa de vida, en el útero materno e incluso relacionarse con un antepasado excluido de nuestro clan familiar. Todo esto puede converger en nuestra vida.

En menor o mayor medida, o en diferentes momentos, todos la sentimos.

Hasta que llega uno, o varios momentos críticos, en que profundas necesidades, emociones reprimidas y auténticos deseos, se ven bloqueados por aquella parte superviviente, llegándose a producir una rivalidad interior importante. Quedamos así divididos entre dos partes opuestas, en un tira y afloja entre ambas. Como si de verdugo y víctima se tratase, una parte encarcelada clama por libertad, por ser vista y escuchada desde lo más profundo de la persona misma, a la espera de que el duro represor, dé un guiño de apertura y se pueda empezar a negociar un nuevo camino hacia la integración, que permita dar lugar a todo lo que el ser ha callado desde tanto tiempo. Es generalmente, uno de los momentos en los que muchos, llegamos a comenzar un proceso terapéutico.

Cuando nos encontramos en este punto y tenemos acceso a la parte superviviente, dura y crítica de nosotros mismos, entendemos qué, cómo y cuándo ha sido generada y la razón de su existencia, mantenida hasta entonces.

Es ahí donde es probable que un clic se haga en nosotros, al entender la herida que ha generado la manera de estructurarnos en la vida y que tal vez, ya se haya vuelto obsoleta en la actualidad, generando un profundo agradecimiento hacia ella.

El proceso por el cual nos permitimos empezar a darte voz y voto a nuestro ser interno, construyendo un camino hacia la valorización y el reconocimiento hacia nosotros mismos, depende de varios factores.

"Tenemos un poder inmenso dentro nuestro, a la espera de ser visto y utilizado. Sólo tenemos que animarnos."

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