ESCUELA DE DESCODIFICACIÓN BIOLÓGICA ORIGINAL 2015 2016 Vol. 2 | Page 40

Si la madre está tranquila y relajada, su bebé también lo estará. Si la madre está alterada e inquieta, su bebé también lo estará. Si la madre está triste, su bebé también lo estará. Si la madre es feliz, su bebé también lo será.

La diferencia entre madre y bebé es que el cerebro de la madre está completamente desarrollado y tiene capacidades racionales que le ayudan a gestionar las situaciones y los sentimientos a los que se enfrenta, al contrario del cerebro del bebé que está en los inicios de su construcción y desarrollo, con una percepción puramente emocional. Esta diferencia supone que el bebé hace suyo cualquier tipo de sentimiento o emoción que percibe, sin capacidad racional de análisis, entendimiento o justificación.

Así, un sentimiento de tristeza de su madre hace que esa tristeza se incorpore a su ser con toda su carga emocional. El bebé no puede razonar pensando: “Ah! Mi mamá está triste porque se ha enfadado con su mejor amiga. Bueno, ya se le pasará”. Lo que el bebé hará es simplemente sentirse triste e incorporar ese sentimiento como propio.

Para no obsesionarse, pensando que cualquier sentimiento negativo va a tener consecuencias en el desarrollo psicoemocional del bebé, es importante tener en cuenta que los impactos emocionales traumáticos (básicamente pensamientos, sentimientos y emociones negativas de la madre), tendrán más o menos importancia en ese desarrollo en base a dos aspectos:

1. Su intensidad

2. Su duración en el tiempo.

En el ejemplo de la tristeza, será muy diferente que la madre pase momentos triste pensando en el enfado con su amiga, a nueve meses de tristeza porque es un embarazo no deseado o porque la madre sufre el desamor de su pareja.

De lo que se trata es que la madre, a lo largo de la gestación, tome conciencia de sus propios sentimientos negativos e intente evitarlos o superarlos lo mejor y más rápidamente posible.

Son preciosas herramientas para ello la relajación y visualización, la meditación, la comunicación consciente con su bebé. Ha de intentar tener el mejor estado de ánimo posible, procurarse momentos de tranquilidad, de diversión, de compartir afectos.

El padre (o la pareja de la gestante) puede y debe ser más que un mero espectador en el embarazo de su pareja. Tiene dos funciones importantes:

La primera, sabiendo que la madre necesita de un estado emocional positivo, debe hacer lo posible porque su pareja se sienta querida, acompañada, comprendida, apoyada, en su proceso de embarazo. He insistido y seguiré haciéndolo, en que lo más importante que hemos de conseguir para nuestros hijos y lo que más necesitan ellos, es sentirse amados. Pues ahora apliquémoslo a la madre. Necesita sentirse amada incondicionalmente. Necesita, por ella y por su bebé, sentirse contenta, feliz.

La segunda, el inicio del vínculo afectivo con su hijo, poniendo sus manos en el vientre de la madre, hablándole, cantándole, jugando con él.

Se ha comprobado que si el padre (o pareja) ha entablado esta relación con su hijo a lo largo de la gestación, el bebé nacido reconoce su voz entre la de otros hombres o personas, reacciona con placer en sus brazos, se siente tranquilo con él. Por su parte, el padre (o pareja), demuestra un instinto paterno afectivo muy superior a otros, que hasta ese momento, al tener en brazos a su hijo por primera vez, no habían tomado conciencia real de su paternidad. Permite a los padres (o pareja) una vivencia emocional intensa y participativa, de la gestación.

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