ESCUELA 3 DE 5 | Page 35

La enorme boca del siguiente comenzó a enviar sonidos agudos, tan agudos como jamás había escuchado. La fuerza de los sonidos era tal que ella no podía avanzar y mucho menos pensar en la forma de derrotarlo. No se dio por vencida y con un gran esfuerzo puso su mente en blanco como lo hacía cuando sus padres la retaban. Logró hacerlo con tanta exactitud que en su mente solo había silencio, profundo silencio, y así pudo avanzar. Se dio cuenta que ya nadie estaba a su lado. Venció por segunda vez.

Finalmente se encontró frente a frente con el último. Era fuerte y muy poderoso, en él se notaba la furia. No le perdonaba a la joven haber derrotado a sus compañeros. Virginia se asustó, supo entonces que no era para nada fácil lo que le tocaba ahora. Se sentía demasiado cansada. Su fuerza interior se estaba agotando y no se le ocurría cómo salir de esa situación. De repente ve que de ese espectro salían dos cabezas. Los reconoció aterrorizada, eran las de los fantasmas que antes había derrotado. No supo qué hacer pero debía actuar rápido, no tenía la fuerza de ellos, necesitaba astucia para seguir. Comenzó a hablar en voz baja, muy baja acompañando su voz con movimientos de su cuerpo de adelante hacia atrás. Los fantasmas esperaban el ataque y nada. La joven no dejaba de repetir sus movimientos ni palabras. Empezaron a impacientarse, se acercaron a ella, intentaron arrojársele encima pero increíblemente un muro invisible los detuvo. Una y otra vez quisieron ingresar en él y atacarla, matarla, despedazarla, asustarla pero la fuerza de la oración pudo más que la maldad de esos seres sobrenaturales. Virginia parecía bajar cada vez más la voz hasta que cuando terminó, hace en su cuerpo la señal de la cruz……. A partir de allí de los tres no quedó nada más que cenizas en el suelo. Esta había sido su última prueba.

Y allí estaba Simon, mirándola, sorprendido, emocionado, enamorado. Supieron que nunca más volverían a verse. Los dos cambiarían sus destinos: Ella viviría el resto de su vida y él por fin hallaría paz eterna. Con los ojos llenos de lágrimas se miraron por última vez y desaparecieron de allí, separados esta vez.

- Canterville -7mo. B