Revista EntreClases Mayo 2018 | Page 72

Pero ya en los Juegos Olímpicos nacidos en el 776 a.c en Grecia., las mujeres quedaron relegadas a coronar a los campeones, sin poder participar en las diferentes pruebas atléticas. Como espectadoras debían sentarse en una grada apartada, y llegando los XXXII Juegos, las casadas no pudieron asistir a disfrutar de dicho acontecimiento. En cambio, en Esparta, las muchachas eran sometidas a sistemáticos entrenamientos físicos incluidos en su sistema educativo, Así que tenemos dos formas distintas de entender el papel y el cuerpo de la mujer en dos sociedades no muy alejadas la una de la otra.

Dando un gran salto en el tiempo, encontramos que al barón Pierre de Coubertin, que promovió e instauró los Juegos Olímpicos de la Era Moderna (Atenas, 1896), la participación de la mujer en ellos le resultaba un asunto “impracticable, carente de interés, antiestético e incorrecto”.

Así que, cuando las mujeres se fueron incorporando paulatinamente al mundo del deporte en los pasados siglos XIX y XX, se encontraron con férreos obstáculos acumulados durante más de dos mil quinientos años.

Por ejemplo: aún persistían con fuerza estereotipos sociales que entendían que la mujer debía permanecer en el ámbito privado y no en el espacio público (el del hombre), en el que tenían lugar la política, la cultura, la economía o el deporte. Debieron además, adecuarse a un modelo deportivo de carácter masculino, esto es, pensado por hombres para otros hombres (reglamentos, materiales, instalaciones, horarios de dedicación, gestores o entrenadores masculinos), y que continuaba asociando la fuerza al hombre y la sutileza a la mujer. No podemos olvidar otros factores como los de tipo biológico (ritmos de crecimiento y maduración, maternidad…) o los de tipo educativo (currículos con contenidos tradicionalmente masculinos).

Explica Elida Alfaro, durante muchos años profesora del INEF de Madrid, que las leyes actuales, los avances científicos, y los cambios en nuestra sociedad deben cooperar para “eliminar, minimizar o compensar estas influencias en pos de la igualdad de oportunidades en el deporte”.